La cuenta regresiva para el Censo 2017 comenzó. En 31 días más, el 19 de abril próximo, un universo de 6,4 millones de hogares debería abrir confiado su puerta a los 538.692 encuestadores que planea reclutar el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) para responder el cuestionario elaborado con el objetivo principal de saber, oficialmente, cuántas personas viven en Chile y cómo se distribuye esa población en cada una de sus 15 regiones. Hecho lo anterior, si toda la cadena operativa diseñada da resultado y se cumple el calendario trazado por el gobierno, la cifra definitiva sobre cuántos chilenos y extranjeros residimos en el país será dada a conocer a fines de este año.
El cronograma en torno al Censo 2017 es extenso y metodológicamente ambicioso. Por eso es que al medio millón de encuestadores se sumará otro contingente de entre 12.000 y 15.000 personas, que serán provistas por las municipalidades del país y quienes asumirán las jefaturas de distrito, de zona y de los 6.000 locales que albergarán a los censistas. Ese contingente también contempla a ayudantes de local y al staff de digitadores que apoyarán el trabajo en terreno, precisa la directora del INE, Ximena Clark.
En esta entrevista, la autoridad adelanta el cronograma para la encuesta estadística más importante del país una vez concluido el trabajo en terreno. Así, tras el resultado de población nacional y regional que se dará a conocer al cierre de este año, durante el primer semestre de 2018 tendrá lugar la entrega de los datos sobre población comunal y desagregada por género, eventualmente con alguna otra variable incorporada.
Tasa de omisión
Pero será en la segunda mitad del próximo año donde comenzará la entrega definitiva de información fresca, ya no sólo sobre cuántas personas habitan en Chile, sino cómo son y cómo viven. Esto, porque en el segundo semestre de 2018 se obtendrán nuevas estadísticas vitales, como edad, condiciones de habitabilidad, distribución de la población por zona, entre otras, las que también se difundirán en ese período.
Y será precisamente en ese mismo semestre que tendrá lugar el denominado proceso de conciliación de datos para cuatro áreas específicas, como sexo, edad, aspectos migratorios y fecundidad, cruce de estadísticas vitales que arrojará la llamada tasa de omisión. El nivel que alcance esa variable es uno de los debates que más polvareda han levantado entre los expertos, algunos de los cuales advierten que no debe superar el 3%.
Clark evita aventurar cuáles han sido los supuestos con que se han diseñado todas las etapas del proceso, pero aclara que en Chile, para el censo la tasa ha fluctuado históricamente entre 3% y 4%. El fallido Censo 2012, de hecho, tuvo una tasa de omisión de 9,8%.
"La tasa de omisión de nuestros anteriores censos ha estado en ese orden y, de hecho, en el de 2002 fue de 3%. Dicho esto, si bien la tasa de omisión que obtengamos será o no aceptable es un debate que evidentemente tendremos que hacer, creo prudente hacerlo cuando podamos tener el dato y para eso hay todo un proceso previo, ordenado, metodológico, definido, conocido y para el cual recibimos la colaboración de Celade, de la Cepal, que tiene muchísima experiencia. Entiendo las dudas, la inquietud, pero el mundo técnico sabe que el 19 de abril comienza otro desafío, como es construir la base de datos y el uso que le daremos", dice.
Las exigencias y dudas en torno al éxito o fracaso el próximo censo han marcado parte de su gestión en el INE. Por eso, asegura que hasta ahora el proceso se ha hecho como fue planificado, que las catástrofes que han afectado al país no alteraron la cartografía requerida, que se implementó tecnología de punta para recoger los cambios georreferenciales cuando hubo que hacerlo y que para el trabajo metodológico, proyectivo y estadístico el organismo se ha preparado. Tanto, que además del apoyo de Celade para la etapa de trabajo técnico recibirán, además, la colaboración de organismos del área de los países Ocde.
De ahí que la directora del INE también anticipa que luego de un proceso de revisión, contraste y conciliación de los antecedentes recogidos, llegará la etapa final de cálculos de variables estadísticas que darán como resultado uno de los datos más importantes para el diseño de políticas públicas y revisión de las que ya existen: las nuevas proyecciones de población, que en esta versión se harán para 20 y 30 años, desagregadas según estadísticas vitales.
Esa base de datos, enfatiza Clark, debiera estar lista en 2019.
Las etapas técnicas
A fines de febrero último, el INE tenía 407.185 censistas inscritos. La directora se excusa de precisar cuánta gente falta para asegurar el éxito de la jornada del 19 de abril, pero insiste en que tienen planes de contingencia, "bajo distintos escenarios de complicaciones y riesgo", y aclara que está considerado que, por ejemplo, en las zonas de difícil acceso sean funcionarios de las Fuerzas Armadas quienes colaboren censando.
"Eso se ha hecho desde siempre, pero no se sabe o se conoce poco. Tampoco se sabe mucho que la ley del INE, que es de 1970, dispone que los funcionarios de la administración pública deben trabajar para el censo. Otra cosa es si el Estado como un todo debiera apoyar este proceso, y mi opinión es que sí debiera, pues el censo, la información que provee es una responsabilidad de todo el país", dice.
De ahí que Clark confía en que en agosto próximo el INE pueda cumplir con el primer informe con resultados preliminares sobre población. Este se construirá a partir de los datos recogidos en una hoja resumen que fue incorporada en la segunda página del cuestionario de 21 preguntas para el Censo 2017. Preguntas que se dividirán en tres módulos -vivienda, hogar y personas- y cuyas respuestas deberá recoger el encuestador con un lápiz grafito, sin emitir juicios de valor, opiniones o refutar las respuestas obtenidas en un promedio de 15 a 20 hogares censados en el día.
Luego de tres años de preparativos no exentos de conflicto, ahora sí el INE podría responder lo que en 2012 no pudo: decirnos cuántos vivimos en el país.