La legendaria banda de heavy metal Metallica arrasó anoche en el festival Optimus Alive de Lisboa con un concierto donde el grupo, a pesar del paso de los años, demostró no haber perdido la frescura y brillantez de sus orígenes.
Los californianos, que revolucionaron la escena musical internacional en la década de 1980 y comienzos de 1990, irrumpieron en la capital lusa con su contundencia de antaño, basada en baterías densas, guitarras pesadas y voces corrosivas.
El reloj biológico ha dejado marcas físicas en el quinteto liderado por el vocalista James Hetfield y el batería Lars Ulrich ya no lucen sus pobladas cabelleras de los años 80, pero su espíritu indomable y su tenacidad sobre el escenario se mantienen.
Prueba de ello son las dos horas de show que ofrecieron, en el que saciaron el apetito tanto de los amantes del metal, como de los gustos más profanos, gracias a un variado repertorio que abarcó clásicos y canciones nuevas.
"Blackened" y "For whom the bell tolls" arrancaron los primeros movimientos de cuello del público, que rápidamente acabó rendido a la demoníaca "Leeper Messiah", cuyo estilo cadencioso y sugerente terminó con un sublime solo de guitarra que duró minutos.
Hetfield, cuya perilla de chivo y gestos de pícaro le confieren un cierto aire diabólico, se encargó de encender aún más los ánimos con una actitud que persiguió jalear sin tregua a los espectadores, que se contaron por varios miles.
Su voracidad en el escenario se plasmó en temas como "Sad but true", al que le siguió, acompañado de un rabioso espectáculo de fuegos artificiales, la exitosa "Masters of puppets", que en su versión extendida contó con los alardes técnicos del bajista Robert Trujillo.
El batería Ulrich también tuvo una noche inspirada y su intimidador doble bombo aportó la necesaria consistencia y profundidad a los temas de la banda, cuyas letras siguen aludiendo a temas religiosos y sociales.
"Nothing else Matters" fue una de las canciones más aplaudidas de la noche, seguida de "Enter Sandman", un sencillo tenebroso e inquietante.
La brutal "Seek and Destroy" (busca y destruye) fue el final más apropiado para la actuación de la que Metallica se despidió efusivamente.