Un rito tras otro: la proyección de los instantes finales de El bueno, el malo y el feo, las muecas de Lars Ulrich de pie tras la batería, las masas de negro coreando el solo de guitarra en Master of puppets. Metallica, devenida en la banda metal mas popular del planeta, aterrizó anoche por cuarta vez en Chile, con un show entregado a su historia y a lo que James Hetfield, vocalista y guitarra de los estaudounidenses, invocó desde el escenario como "la familia Metallica de Santiago".

Metallica se presentó anoche en el estadio Monumental, al frente de un recinto tapizado en negro: cerca de 50 mil personas llegaron hasta Macul, según datos de la productora T4F, que el miércoles ya colgaba el cartel de "agotado". Profesionales con la camisa asomando bajo la chaqueta de cuero, familias, niños; thrashers que desde la espera en la cancha recrearon otro de los rituales de los shows del grupo en el país: la invasión a la fuerza del sector de cancha preferencial, entre persecuciones y las tribunas aleonando al centenar de descolgados.

Cerca de las 21.23 horas, luces fuera. Y en las pantallas, una secuencia casi humorística de Hetfield, Ulrich, el guitarrista Kirk Hammett y el bajista Robert Trujillo frente para presentar la modalidad de la gira, un show By Request, donde el set se urdió entre las votaciones del publico local. La tarima, de hecho, estuvo flanqueada por varios fanáticos y banderas chilenas, dos de ellos encargados de hacer las presentaciones para Sad but true y Blackened.

Y así avanzó el cuarteto, entre terreno conocido, partiendo con Battery y cerrando un primer bloque con Enter sandman, torciendo el camino de los éxitos probados apenas para presentar una creación inédita, Lords of summer, y con un escenario siempre volcado hacia el público.

Dos pantallas de alta definición a los costados y otras a todo lo largo de los dos niveles del escenario enmarcaron las casi dos horas de set. Un montaje que se levantó desde el domingo en el arco norte del Monumental, con un equipo de más de 60 personas encargadas de la estructura. La banda, en cambio, arribó desde Asunción a Pudahuel en vuelo privado, sólo tres horas antes de tocar en Macul, cerca de las 18.00 horas, trasladándose de inmediato a la cancha de Pedrero.Metallica, de hecho, apenas alcanzó a estar en Chile algunas horas: después de abrochar el concierto con Whiplash -una canción seleccionada por la audiencia durante el show, vía SMS- y la última de la noche, Seek and destroy, contabilizando cerca de dos horas y 20 minutos de concierto. El tránsito del grupo, sin embargo, fue similar al de 2010 en el Club Hípico, su visita anterior, cuando llegaron al país sólo horas antes y donde también reunieron más de 50 mil personas. Tras el cierre -y una despedida en español por parte de Trujillo, chilenismos incluidos-, el grupo regresaba a Pudahuel para seguir su más reciente gira, con dirección a Buenos Aires.