Esta vez no sólo no habrá misericordia con los tímpanos sensibles; tampoco habrá tregua con los que insisten que el heavy metal de vieja guardia no puede ser asociado con la tecnología deslumbrante. El regreso de Metallica a Chile, fijado para el 26 de enero en el Club Hípico, será el de  un grupo de arrastre transversal, estatus planetario y escenografía similar a la de los mayores créditos del pop global.

Un dato para partir: ya se han vendido 41 mil entradas, convirtiendo al espectáculo en el más grande que ha dado la banda  en el país (en 1993 y 1999 alcanzaron los 20 mil fanáticos en el Velódromo y la Pista Atlética, respectivamente). Otro dato para seguir: la revista Rolling Stone calificó su última gira, el World magnetic tour, como "el show de rock duro más sofisticado e impresionante del orbe". Su escenario tiene 21 metros de ancho y 19 de profundidad (con una pantalla al centro), superando en dimensiones al de su recorrido de 2003, cuando cancelaron a última hora su visita.

Todo se comenzará a montar una semana antes y desde Argentina llegarán nueve camiones con el aparataje de luces, sonido y efectos especiales. Porque el actual espectáculo de los norteamericanos también incluye 150 efectos pirotécnicos repartidos en bolas de fuego, llamaradas y explosiones que salen del piso y fuegos artificiales que sobrevuelan la escena. Además, el recital se inicia con una batalla de rayos láser digna de una cinta de George Lucas.

Gran parte de la pirotecnia se larga al momento de los himnos: en la intro de One, en el peak machacante de Enter sandman y en el pulso brutal de Blackened, otro clásico de su repertorio. Es que de eso también se trata el periplo: de hermanar  pasado y presente. De los 18 temas que desenfundan en dos horas, sólo seis pertenecen a su último disco (Death magnetic, de 2008), dejando el resto a éxitos como Sad but true, Fade to black, Master of puppets o Nothing else matters. Además, cuatro ataúdes se posan sobre los músicos durante gran parte del show.

Con el mismo rigor con que se prepara su escenario, la productora a cargo de su visita trabaja en la seguridad. Se estima que habrá 700 guardias privados y cerca de 200 carabineros para resguardar un reducto que también contará con accesos ampliados, luego de las críticas que ha recibido en eventos anteriores.

Por su parte, el conjunto -que este martes 19 inicia su gira latina en Lima- llegará a Santiago el mismo día del show en su avión privado Gulfstream y no alojará en la capital, ya que se irá apenas termine el concierto. Su centro de operaciones en el continente será Argentina. La lista de exigencias que enviaron incluye 12 botellas de jugo de naranja, 12 botellas de cerveza local, 48 botellas de agua y spaghetti para la cena.