Por primera vez desde que asumió el poder, el presidente Felipe Calderón lanzó en estos últimos días un "diálogo nacional" con líderes políticos de oposición, gobernadores, ministros de la Corte Suprema, académicos y figuras religiosas para analizar el problema de inseguridad en el país.
Analistas dicen que la convocatoria es un reconocimiento implícito de que la estrategia gubernamental no ha funcionado y el mismo Calderón dijo que está dispuesto a modificarla.
"Sé que la estrategia también ha sido cuestionada y mi gobierno ha estado y está en la mejor disposición de revisarla, fortalecerla o rectificarla, si es necesario", dijo Calderón durante una de las sesiones de esta semana.
Pero cuando ya han tenido lugar las principales sesiones de este diálogo nacional, y tras horas y horas de intercambios de puntos de vista, muchos en México creen que es poco probable que haya virajes importantes en la forma de enfrentar el negocio del narcotráfico y la violencia que genera.
"Lo que busca Calderón es mayor consenso para compartir los costos de la estrategia, que han sido muy elevados para la sociedad", dijo en conversación con BBC Mundo José Antonio Crespo, académico del Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE).
LLUVIA DE CRITICAS
Esos costos, más que nada, se miden en víctimas. No sólo de miembros de las fuerzas de seguridad que mueren en enfrentamientos con el crimen organizado; también de los propios miembros de los carteles e incluso del creciente número de víctimas civiles inocentes que quedan atrapadas en tiroteos y otros hechos violentos.
Y para muchos, ese costo no "justifica" resultados: según datos del gobierno de Estados Unidos, el tráfico de drogas desde México a su país se mantiene en niveles similares a años anteriores.
Organizaciones civiles han criticado el combate militar contra los carteles de narcotráfico planteado por Calderón, que -según ellas- no atiende otras causas de la violencia, como la adicción a las drogas, el desempleo, o la falta de oportunidades de desarrollo para los jóvenes de las áreas donde los carteles tienen más presencia.
Según funcionarios locales, el hecho de que existan jóvenes que por sólo US$45 por semana se transforman en asesinos a sueldo para los carteles en lugares como Ciudad Juárez demuestra que el problema del narco tiene una fuerte raíz social.
Además, las críticas a Calderón también tienen tinte político: líderes de la oposición aseguran que se usa la estrategia de seguridad con fines electorales.
Citan como ejemplo lo ocurrido en 2009, cuando varios alcaldes de Michoacán, en el oeste del país, fueron detenidos por presuntos vínculos con la banda conocida como La Familia.
La captura ocurrió días antes de una elección intermedia de ese año. Al final, los alcaldes fueron liberados por falta de pruebas.
Y pese a esta lluvia de críticas, el presidente Calderón ha dicho que es "impensable" replegar a las fuerzas de seguridad y detener la lucha contra el narcotráfico.
"Hay quien supone que eso acabaría con la violencia. Yo lo dudo", dijo ante ministros religiosos.
BUENAS CUENTAS
A pesar de la aparente disposición del gobierno a revisar la estrategia de seguridad, analistas insisten que no hay señales claras de un cambio importante en el corto plazo.
Como muestra, citan el tema de una posible legalización de la producción, venta y distribución de las drogas.
No es la primera vez que ésta es mencionada como una posible salida al conflicto, pero el hecho de que la defiendan cada vez más figuras públicas -en el último de los casos, el ex presidente Vicente Fox-, la ha puesto entre los temas a discutir en la agenda de este diálogo.
Pero mientras Calderón acepta que se discuta el tema, aseguró que no estaba de acuerdo con esta medida ya que -según él- aumentaría el consumo de drogas en territorio mexicano y no tendría sentido aplicarla si Estados Unidos no toma una medida similar.
Son este tipo de contrapuntos los que generan desconfianza en México sobre el alcance del actual debate sobre la estrategia de seguridad.
"No hay una señal clara de que habrá cambios. Es una reacción tardía e insuficiente ante la crisis", le dijo a BBC Mundo Erubiel Tirado, investigador de la Universidad Iberoamericana.
Más allá de críticas, lo cierto es que los encuentros con sectores sociales y políticos resultaron positivos para Calderón, le dijo Crespo a BBC Mundo.
Y es que el presidente obtuvo el apoyo de todos los gobernadores, incluso de los más críticos como Humberto Moreira, de Coahuila.
"Cerrar las diferencias, esforzarnos más, dejar en el pasado todo. Jalemos (empujemos) parejo", dijo el mandatario en un llamado a la unidad política en un país que se pregunta al unísono qué rumbo tomar ante uno de sus mayores desafíos.