"Cuando México envía a su gente, no están enviando lo mejor. Ellos están enviando a gente con un montón de problemas, y ellos nos traen esos problemas; están trayendo drogas, están trayendo crimen. Son violadores". El lapidario juicio público que Donald Trump realizó a través de Twitter en junio de 2015, marcó el inicio de una tensa relación que desde entonces mantiene con México, luego de las innumerables menciones que ha realizado el candidato republicano sobre la relación más rígida y distante que pretende imponer.
Si bien en un inicio la candidatura de Trump fue tomada en el país azteca como un distractor de la campaña de Hillary Clinton, en cuestión de meses la situación se tornó preocupante para los mexicanos: el porcentaje de posibles votantes a favor del empresario se hizo cada vez más estrecho respecto a su rival. La construcción de un muro en la frontera entre Estados Unidos y México, el alza de impuestos para empresas exportadoras y el anuncio del término de becas para mexicanos en universidades estadounidenses, se vio aún más cerca. La incertidumbre, entonces, escaló entre el norte y centro de México de manera proporcional a la emisión de discursos hostiles de Trump.
La cobertura también tuvo repercusiones. El caricaturista político del periódico mexicano La Jornada, Gonzalo Rocha, comentó a La Tercera que por primera vez en una candidatura estadounidense "se amplió la cantidad de programas de análisis político que tocan el tema en el país. También la cobertura en periódicos y noticieros de televisión donde hay un análisis muy importante de lo que ocurre".
La expectación, principalmente, tiene que ver con el tono del discurso de Trump: "Siempre hemos sabido que hay un racismo muy fuerte en Estados Unidos, pero hasta ahora no se había manifestado así, y a él le están dando el poder de mostrarlo", dice la periodista Aranza Ortiz, desde Ciudad de México.
En el norte del país azteca, sin embargo, la situación es aún más intensa y ha llegado incluso a manifestaciones de rechazo a la figura de Trump en la zona de San Diego, Tijuana. Ahí, hasta hace menos de un mes se han reunido a modo de protesta organizaciones de Estados Unidos y México que trabajan en la frontera en temas de migración y de derechos humanos, quienes ven con preocupación el alza en las encuestas del candidato republicano. Según Vicente Sánchez, habitante de Tijuana, que ha participado en actividades que buscan revertir la hostilidad ante el eventual triunfo de Trump, "el aspecto más preocupante es para los miles de trabajadores que diariamente pasan de forma legal a trabajar en el lado americano, pues allí no se sabe cómo repercutiría la posición de Trump. Al mismo tiempo, existe cierta confianza entre diferentes sectores de que Clinton pueda ganar la elección".
Orgullo mexicano y oportunidades
El 1 de septiembre, Donald Trump pisó México por primera vez siendo candidato. La invitación fue extendida por el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, ante el rechazo de una ciudadanía que esperaba, al menos, la cortesía del invitado. La situación, sin embargo, se transformó en la consecuencia del discurso que el republicano llevaba por delante: Trump, al costado derecho de Peña Nieto, confirmó que uno de sus principales proyectos en caso de llegar a la Casa Blanca sería la construcción de un muro en la frontera para regular la inmigración ilegal y combatir el ingreso de drogas a Estados Unidos.
"Fue humillante", recuerda Arianza Ortiz.
Según Uriel Sánchez, ingeniero en biotecnología, que reside al norte de México en Chihuahua, esa visita marcó un precedente. "El presidente no fue capaz de decir algo, de hablar, de imponerse", recuerda. Por otro lado, según él, "lo más preocupante es que se van a acabar las oportunidades para los mexicanos en Estados Unidos, así como se pondrá muy peligroso para aquellos familiares que tenemos que trabajan indocumentados en ese país".
Pese a que todo es una serie de especulaciones, el riesgo más grande que divisan en el norte es llegar a pagar un alto impuesto para sostener sus negocios.
Para el caricaturista Rocha, "el miedo principal es que baje la inversión de compañías en México y se pierdan empleos. No es que la candidatura demócrata vaya a ser todo lo contrario, ni es que Trump pueda acabar con todas las políticas económicas globalizadas de las grandes trasnacionales, pero en el caso de Hillary no existe una retórica xenofóbica ni racista hacia los mexicanos".
La imagen país también es un punto de inflexión en el país: desde la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa en 2014, que movilizó a gran parte del país contra el actual gobierno, México ha tenido una escalada en la visibilidad de casos de corrupción y violencia. Imagen que Trump ha destacado, generando un estigma social común que quieren evitar que, pese a estar más cerca de la realidad de lo que ocurre en el país, se reproduzca.
"Hay un espíritu en México que más que con la justicia, contra lo que dice Trump, tiene que ver más con el orgullo. Nos llama violadores y criminales. Según Trump, todos vendemos drogas y somos violentos. Y eso nos da vergüenza, porque aunque no es cierto sí hay aquellos que lo son", dice la teóloga Patricia Dillma a La Tercera, desde Ciudad de México.
Mañana, en el norte del país y en La Condesa, el barrio que reúne más extranjeros en Ciudad de México, la expectación será la misma. "Nos vamos a juntar con amigos a ver el desarrollo de las elecciones", cuenta el comunicador Juan Pablo Salas.
La candidatura de Hillary Clinton ha llegado a ser incluso amistosa y deseada. No por alguna contradicción ante el discurso de Trump, sino, precisamente, por el silencio. "Trump nos insulta como pueblo y se enfoca en esas fallas que aunque innegables, son profundamente vergonzosas. Y si gana, toda esa gente que nos generaliza va a tener la posibilidad de ejercer ese racismo latente", reflexiona Aranza Ortiz.