En la película Dawson: Isla 10, hay un militar de apellido Figueroa al que le dicen sargento Malacueva. Es un tipo no tan atlético como su superior, el teniente Labarca (Cristián de la Fuente), ni de tan variado vocabulario, como el comandante Sallay (Sergio Hernández). Pero Figueroa (Luis Dubó) se las rebusca para torcer el manual militar de vez en cuando, darles de comer a sus prisioneros y hasta reír con ellos. A veces llora y cuando las cosas no salen se dice a sí mismo: "Malacueva nomás".
"La vida no es de buenos y malos. Por eso el sargento se comporta así", explica el director Miguel Littin, responsable de esta producción que recrea los ocho meses de cautiverio de varios dirigentes de la Unidad Popular en el campo de detención de Isla Dawson, a 100 kilómetros al sur de Punta Arenas. La coproducción chileno-brasileña-venezolana llega a las salas chilenas el próximo jueves 10 de septiembre, un día antes de cumplirse los 36 años del golpe militar, encrucijada histórica que en la cinta es remarcada en forma continua, casi como un leitmotiv.
La trama de Dawson: Isla 10 no es sólo un rastreo de la megahistoria de altos dirigentes del gobierno de Salvador Allende, sino que además busca ser un registro que tiene conexiones precisas con la biografía del propio Miguel Littin. "Para el día del golpe yo estaba en Chilefilms. Allá llegaron varios militares, uno de ellos muy similar al sargento Figueroa. El mismo condujo tres simulacros de fusilamiento, pero luego me salvó la vida, entregándole una información falsa al oficial a cargo. Estuvo toda la mañana dándonos puntapiés y luego me liberó. Es el mismo caso del sargento de Dawson que ayudó a varios de los prisioneros", explica Littin.
La película acota su acción al tiempo en que los hombres están en Dawson (entre fines del 73 y mediados del 74), aunque hay una extensa referencia al ex Presidente Salvador Allende, a través de imágenes de archivo y de recreaciones. "Utilizamos incluso tomas muy poco conocidas de Allende al interior de La Moneda".
¿Fue difícil obtener permiso y colaboración de la Armada?
Yo les hice una exposición detallada de la película antes de filmarla, a muchos niveles, hasta llegar al comandante en jefe Rodolfo Codina. Nunca hubo problemas. Pero fue ya en la última versión de la película que decidimos incorporar las escenas de Allende. Lo fui desarrollando inconscientemente y nunca estuvo en el primer guión. No lo ha visto nadie, nadie sabe de esto, ni los militares. Sólo lo verán los espectadores.
¿Y por qué decide incorporarlo?
Porque es la figura del padre, es quien está detrás de todo. Es un héroe tanto para los prisioneros como para mí.
¿No tiene temor de que a los militares no les guste estar en los créditos finales de un filme así?
No, porque sería como intentar tapar el sol con un dedo. Los agradecimientos están dados a la Armada, porque permitieron filmar en el lugar de los hechos. Pero la película es mía.
¿Y es un filme allendista o de reconciliación?
Yo creo que es allendista, pero también de reconciliación. Para mí Allende no es lo contrario de la reconciliación, en la medida en que él es un ejemplo del político republicano que procura la participación de todos.
A propósito de esto último, Littin planea una película sobre Allende. "Es mi proyecto más inmediato, un filme sobre sus últimas horas en La Moneda. No será tampoco una película cara. Después de todo, la acción en La Moneda no transcurrió en más de cinco habitaciones" cuenta el director de El chacal de Nahueltoro.
LOS HOMBRES DE DAWSON
En el filme están representados, entre otros, los ex ministros y dirigentes José Tohá (Pablo Krogh), Orlando Letelier (Andrés Skoknic), Clodomiro Almeyda (Elvis Fuentes) y Sergio Bitar (Benjamín Vicuña), autor del libro original y voz narrativa del filme. Durante la hora y 40 minutos de la película, la estrategia de Littin prefiere el relato coral. "En un principio incluso quería que la cinta se llamara Los hombres de Dawson. Son todos protagonistas", agrega el director, quien comenta que evitó deliberadamente mostrar la tensión política entre dirigentes de diferentes partidos: "Mi historia iba por otro lado. Lo principal es que todos compartían haber participado de una experiencia política que se quebró".
En el casting llama la atención la presencia de los actores brasileños Bertrand Duarte y Caco Monteiro, en los roles del arquitecto Miguel Lawner y el ex ministro Fernando Flores. "Hablaban en portugués en las escenas, pero no tuvieron ningún problema a la hora de relacionarse con los chilenos", dice Littin, que fue criticado por Lawner antes de comenzar a rodar.
"El tenía sus ideas de cómo contar la historia, lo que es lógico, porque lo vivió. Finalmente, estuvo en el rodaje y sugirió incluso que le diéramos más humor a una escena con Tohá, porque así había sido en realidad. Así es que en esta secuencia, José Tohá termina diciendo la palabra 'chuchada', una expresión que jamás le escuché decir a él, que era un tipo tan honorable", recuerda Littin con humor.