Decir que Mike Gauthier es un entusiasta de la vida al aire libre, es poco. Es un avezado escalador de montañas, fotógrafo (con más de cien imágenes publicadas en revistas como National Geographic), y ha estado a punto de morir en remotos lugares como rescatista. Ni el haber encontrado muertos a dos de sus mejores amigos y compañeros en esa labor lo ha alejado de la vida outdoor, pero sí admite que ya no hace rescates porque la experiencia fue sencillamente devastadora. Ahora es el principal asesor del director del Parque Nacional Yosemite.
Yosemite es un área protegida por ley en California, uno de los parques nacionales más antiguos de Estados Unidos y recibe cerca de cuatro millones de visitas al año.
En ese país hay más de 50 parques de este tipo, los que dependen del National Park Service, institución que fue creada en 1916 por el presidente Woodrow Wilson, y es un motivo de orgullo para los estadounidenses. A raíz del centenario de ese organismo, Gauthier vino invitado por la Embajada de Estados Unidos a Chile, y explicó los principales atractivos de un sistema que, de acuerdo al diario El País, es, con excepción de las Fuerzas Armadas, la institución más socialista de ese país: "Igualitaria, pública, sin clases sociales".
¿Qué fue primero? ¿Su pasión por las áreas verdes y los parques o su preocupación por preservarlos para que otros los disfrutaran?
Mi interés en los parques tiene que ver con el acceso. Quería cuidarlos porque necesitaba que más personas pudieran tener esas oportunidades que yo tuve la fortuna de vivir cuando era boy scout. Pude hacer excursionismo y conocer a muchos buenos guardaparques. Me interesaba humanizar la experiencia y ser una especie de embajador de los parques.
¿Cuáles son las principales funciones de los parques además de la recreación?
Los parques son grandiosas reservas para la ciencia. Muchos de ellos representan los últimos ecosistemas relativamente intactos, lugares que tienen mucho potencial como sujetos de control para medir impacto en otras partes. Existe cierto orgullo en esto: la gente identifica la visita a ellos con algo que hay que hacer cuando visitan Estados Unidos; claro, quieren ir a Disney World y Hollywood, pero también quieren visitar los parques.
¿Cómo se financian los parques en Estados Unidos?
Mayoritariamente por el gobierno federal. El presupuesto nunca es suficiente, pero al menos alcanza para mantener nuestras puertas abiertas. Hay un problema de mantenimiento que estamos tratando de solucionar, ya que en general tenemos viejas construcciones. En parques como el Gran Cañón y otros de esa envergadura, hay grupos de amigos que juntan dinero para ellos. Tienen muchos donantes y también les gusta Yosemite y nos entregan apoyo. Nuestras cataratas y otras atracciones son de clase mundial, pero los baños o los estacionamientos no lo son, y estos grupos nos ayudan con eso.
¿Qué han aprendido sobre los parques nacionales después de 100 años?
Que hay mucho trabajo que hacer (ríe).
¿Como qué?
Hemos avanzado mucho, pero también hemos cometido varios errores. Un ejemplo es Mariposa Grove, una arboleda que alberga secuoyas gigantes y que fue creada a fin de protegerlos por Abraham Lincoln durante la guerra civil en 1864. Bueno, se volvió popular con los años y se hizo una especie de camino en medio de los árboles, para que la gente paseara entre ellos. Sonaba bien, pero luego, a través de la investigación científica, nos dimos cuenta de que esos caminos impedían que el agua llegara a las raíces de los árboles. Es decir, hicimos algo que podía dañarlos, y estamos hablando de especies que tienen más de dos mil años. Ahora lo estamos arreglando, junto con recuperar la conectividad entre los parques y trabajar en la mantención.
¿Cuáles son los desafíos actuales?
Un desafío importante es aumentar nuestro alcance digital para que la gente pueda tener la experiencia de los parques sin necesariamente acudir a ellos. Ver videos, saber lo que hacemos a través de Facebook. Quizás no han ido a Yosemite, pero de todas formas se preocupan por el lugar. Y necesitamos trabajar con los jóvenes. Si a ellos no les preocupan estos espacios hoy, cómo van a protegerlos en el futuro y votar por aquellos que los protejan. Hacemos mucha difusión con niños pequeños, adolescentes y estudiantes universitarios.
¿Qué estrategias puede mirar Chile para atraer a la gente hacia los parques?
En Estados Unidos lanzamos la iniciativa Every kid in a park (Cada niño en un parque). Allá los niños, en cuarto básico, aprenden sobre la historia de sus estados, así que introdujimos la idea de que cada estudiante de ese nivel tenga un pase libre para los parques nacionales, con el que pueden llevar a toda su familia con ellos. También tenemos acceso rebajado o gratuito algunos días. La entrada a Yosemite es modesta, cuesta 30 dólares, pero para algunas personas eso es demasiado. A pesar de que el dinero que cada uno recauda va de vuelta a los mismos parques, queremos seguir siendo asequibles, no queremos que el precio sea un factor prohibitivo.
¿Cómo se resuelve la disputa entre quienes quieren preservar y convertir los parques en santuarios y quienes quieren que llegue más gente a conocerlos?
Esa tensión ha existido desde el comienzo. Hay gente que considera que estos lugares deberían estar completamente protegidos y otros que creen que se pueden hacer esfuerzos para ofrecerles mejores cosas a quienes los visitan. La tensión continuará y no podría decidir qué mirada es más importante que la otra: tenemos que preocuparnos de ambas. No tenemos opción. La preservación es lo fundamental, pero tenemos que ser creativos y dar oportunidades.
Desde este año, Santiago tiene por primera vez un parque nacional, la Reserva Nacional de Río Clarillo. ¿Sirve posicionar este tipo de lugares en las grandes ciudades?
Esa ha sido una de las estrategias en el sistema de parques norteamericano. Se trata de tener más parques en ambientes urbanos y mejorar el acceso a personas que realmente no tienen los recursos para asistir a los más remotos. Es grandioso y es definitivamente la estrategia norteamericana. El acceso es muy importante, porque frecuentemente sólo el transporte para llegar a un parque más lejano es prohibitivo y los parques son para todos.
Una serie producida por PBS y un libro de Dayton Duncan y Ken Burns llevan el mismo título: Parques nacionales: la mejor idea de Estados Unidos. ¿Coincide con eso?
Diría que sí. Porque efectivamente, con la medida que los crea, se convirtieron en instituciones democráticas, propiedad de todos. Olvídate del excursionismo, de las escaladas, de la aventura. Frecuentemente la gente puede ir a estos bellos lugares y encontrar inspiración en un atardecer. Es muy raro hallar a una persona que no aprecie la belleza natural. Es una cosa universal y precisamente porque es algo más grande que nosotros y porque es eterno, por qué no reconocer que cada uno de nosotros posee un pedazo de eso y tiene una posesión parcial de estos lugares tan hermosos, porque son para todos. Nosotros promovemos ese sentimiento.
¿Importa la participación ciudadana en la decisión sobre dónde y cómo emplazar parques?
Sí, es muy importante para la aceptación y apoyo a las labores de estos lugares. Aún estamos creando nuevos parques y áreas protegidas en Estados Unidos y ahora esto se hace con mucha más difusión, porque algunas personas piensan que convertir una zona en un parque le quita algunas de sus actividades tradicionales a ese lugar. La clave es comunicar: llevar a los niños de cuarto año al parque y promover que los protejan más tarde.
¿Qué opina de las iniciativas privadas de protección, como la de Douglas Tompkins en Chile?
Son muy importantes. El servicio de parques en Estados Unidos se ha beneficiado enormemente de individuos adinerados que donan tierras. Muchos parques se han creado y establecido gracias a familias millonarias en el siglo XIX y XX. Es una forma que puede implementarse cuando el gobierno no puede hacerlo todo. En Yosemite aceptamos y agradecemos esas contribuciones, que son muy modestas en comparación con lo que Douglas Tompkins hizo en Chile.
Yosemite National Park
Está a aproximadamente 320 km de San Francisco, California. La Unesco lo declaró Patrimonio de la Humanidad en 1984 y atrae a más de cuatro millones de visitantes cada año a sus cerca de 284.899 hectáreas. Las caídas de agua y las escaladas en roca son algunas de las más conocidas atracciones del parque, entre las que destaca el Glacier Point. Se trata de un precipicio de granito de 2.199 metros que llega hasta el Valle Yosemite. Para muchos visitantes del parque se trata del mejor lugar para tomar una fotografía, tras una excursión que lleva alrededor de una hora en auto o bus desde el Valle Yosemite.
Joshua Tree National Park
"Tiene mucha magia", dice Gauthier. Este parque puede visitarse durante todo el año y está ubicado 224 km al este de Los Ángeles. Algunas de las actividades que pueden disfrutar los asistentes son las charlas sobre las caminatas, el senderismo y las fogatas, que se desarrollan principalmente en la primavera y el otoño. El parque cuenta con nueve áreas de camping con mesas, parrillas y acceso a baños. Se emplaza en una zona desértica que cuenta con algunas de las más interesantes formaciones geológicas encontradas en los desiertos de California, pequeñas colinas de roca desnuda redondeadas. Tiene una de las mejores condiciones para escalar roca en Estados Unidos.
Olympic National Park
Está entre los que más le gustan a Gauthier porque "tiene mucha vida salvaje, increíbles bosques y picos de montaña. Además, a pesar de que es muy popular, se puede tener una experiencia muy privada". Se encuentra en Washington, en la Península Olympic. Contempla tres grandes áreas de visita: costa, montañas glaciares y un bosque templado. Los usuarios destacan particularmente su sendero para realizar caminatas, ya que desde él se puede desde vistas panorámicas de montaña hasta campos de nieve. El precio para el ingreso por persona es de 10 dólares y un pase individual anual cuesta 50 dólares.