En un claro desafío al toque de queda impuesto por el gobierno de Hosni Mubarak, miles de egipcios se congregan en el centro de El Cairo, en la plaza de Tahrir, tras las violentas jornadas de protesta de la súltimas horas.
La zona está controlada exclusivamente por las tropas del Ejército, mientras que la policía vigila sólo algunos puntos determinados. Los manifestantes acuden desde distintos puntos de la ciudad grupos multitudinarios con pancartas críticas con el régimen.
Muchos jóvenes coreaban lemas contra el gobierno egipcio y contra Mubarak, al que pedían que abandone el poder, mientras cruzaban uno de los puentes que comunican el centro de la capital con los barrios de la orilla opuesta del Nilo.
El corazón de El Cairo, símbolo de las protestas políticas que comenzaron el pasado martes, vive un ambiente festivo ante la ausencia policial.
Los militares, al contrario que las fuerzas policiales, son bien recibidos por los manifestantes, que no dudan en hacerse fotos con ellos y subirse a las tanquetas.
Todo ello, a pesar de que las autoridades egipcias adelantaron en dos horas el toque de queda, que fue decretado ayer por primera vez en la historia reciente del país.
La cadena de televisión Al Jazeera cifra en al menos 95 los muertos tras las protestas de las últimas 24 horas. Sin embargo, otras agencias noticiosas hablan de 74 fallecidos y 1.500 manifestantes heridos en los enfrentamientos.
Ayer Mubarak anunció la destitución de su gabinete y envió al ejército a las calles para que restableciera el orden, como una manera de neutralizar las protestas.
Durante la noche, el gobierno llamó a las fuerzas militares y en la mañana el ejército sustituyó a la policía en la vigilancia de los edificios públicos y otras zonas importantes alrededor de la capital.
"Lo que queremos es la salida de Mubarak, no sólo su gobierno", aseguran los manifestantes. "No pararemos las protestas hasta que se vaya".