Los filipinos se echaron hoy a la calle para despedir bajo una intensa tormenta tropical a la ex Presidenta Corazón Aquino, la mujer que dirigió la transición democrática tras la caída de la dictadura en 1986, y que falleció el pasado sábado a los 76 años a causa de un cáncer.
Una marea de unas 200.000 personas visiblemente conmovidas velaron durante horas el cadáver en la catedral de Manila y acompañaron al féretro por las calles de la capital, protegidas del aguacero con paraguas e impermeables amarillos, el color que los filipinos identifican con Aquino.
"Cory pudo haber hecho más por nuestro país cuando estuvo en el poder. Pero ahora es momento de recordarla por lo que logró: Nos devolvió la democracia y se convirtió en un símbolo de esperanza. La esperanza es algo importante en un país del tercer mundo", explicó Ana Regina Santillán, una ejecutiva filipina de 36 años, que llevaba un lazo de color amarillo en la solapa, como señal de duelo.
El funeral de Estado comenzó a las nueve de la mañana, con una misa celebrada en la catedral manileña por el obispo Socrates Villegas, en la que participaron la Filarmónica de Filipinas y las principales voces del país, y el cortejó fúnebre concluyó su recorrido por Manila en el cementerio Memorial Pak, donde fue enterrada entrada ya la noche.
Millones de telespectadores siguieron en directo el rito, al que asistieron numerosos artistas, ex presidentes y diputados, entre los que no se contaba la presidenta Gloria Macapagal Arroyo, blanco de las críticas de Aquino en los últimos años debido a las sospechas de corrupción y de fraude electoral que recaen sobre ella.
La hija menor de la ex presidenta, Kris AquinoYap, fue la encargada de transmitir el agradecimiento de la familia al pueblo y aseguró entre lágrimas que "los filipinos merecen que se muera por ellos", parafraseando la célebre frase que su padre, el famoso mártir de la dictadura Benigno 'Ninoy' Aquino, pronunció antes de ser asesinado.
A la salida del templo, el cortejo fúnebre emprendió el camino hacia el Memorial Park de Manila, que acoge los restos de Ninoy Aquino, y donde el féretro fue recibido con salvas de fusilería, gritos de "Cory, Cory" desde la multitud y una lluvia de confeti lanzada por helicópteros.
Al igual que ocurrió con su marido, la muerte ha aupado a Cory, el ama de casa que tumbó la dictadura de Ferdinand Marcos, a la altura de líder moral en uno de los países más corruptos del Sudeste Asiático.
Los monográficos sobre su figura copan la programación de las televisiones, radios y periódicos desde que falleció, el pasado sábado y miles de internautas han empleado sus blogs, páginas personales de Twitter y Facebook para recordar su papel como icono democrático y pedir la asistencia al sepelio.
"Galadriel, uno de mis personajes favoritos de 'El Señor de los Anillos', dice en una ocasión al héroe de la historia, Frodo Bolsón, que incluso la persona más pequeña puede cambiar el curso del futuro. Hace unos veinte años, todos fuimos testigos de cómo una "mera" ama de casa y viuda cambió la historia", escribe en su página de Facebook la artista Steph Palallos.
También en la calle, cientos de miles de personas hicieron cola durante horas para poder acceder al velatorio, al que acudieron políticos de todos los colores e incluso enemigos acérrimos de Aquino, como los hijos del dictador Marcos, en un intento de reconciliación nacional o de sacar rédito a la querida figura de la primera mujer en ocupar el cargo de jefa del Estado en Asia.
Aquino llegó al poder en 1986 en medio de una movilización popular pacífica apoyada por la Iglesia y parte de las Fuerzas Armadas que derrocó a los Marcos.
Miembro de la poderosa familia Cojuangco, Cory, que nunca antes se había interesado por la política, tomó el relevo de su marido como cabeza visible de la oposición al régimen, después de que éste fuera asesinado en 1983 cuando regresaba del exilio.
Hasta 1992, su mandato presidencial estuvo caracterizado por la nueva constitución de 1987, los esfuerzos por acabar con el legado de los Marcos y la inestabilidad que generaron hasta seis intentonas golpistas.