Decenas de miles de personas se congregaron hoy en la antigua plaza Verde de Trípoli, rebautizada ahora como "Plaza de los Mártires", para celebrar entre disparos al aire y gritos de "libertad, libertad" el fin de las fiesta del "Aid" musulmán y la caída del régimen del coronel Muammar Gaddafi.

Nada más caer el sol, las calles de la ciudad se llenaron, como no había ocurrido en días precedentes, de  autos cargados de hombres, mujeres y niños que portaban la bandera tricolor roja, negra y verde de los rebeldes anti Gaddafi.

El cielo se llenó de los destellos de las balas trazadoras de las defensas antiaéreas y el ambiente se cubrió con el estruendo de los proyectiles que cientos de hombres armados disparaban al aire, desafiando la prohibición expresa de las autoridades en tal sentido para evitar accidentes.

Sin embargo, la alegría es hoy incontenible en Tripoli donde se vuelve a ver otra vez a los hombres sentados en las terrazas fumando tranquilamente sus pipas de agua.

EMBAJADOR
En tanto, el embajador de Libia en Harare, Taher Elmagrahi, a quien el gobierno de Zimbabwe dio el pasado martes 72 horas para marcharse por apoyar a los rebeldes libios, cumplió hoy con ese plazo y salió del país, informó la radio estatal ZBC.

Elmagrahi tuvo que dejar ese país por carretera  rumbo hacia la vecina Botsuana, al no poder tomar un vuelo por la huelga de pilotos que mantiene en tierra a la aerolínea nacional zimbabwense.

SAIF
Algunos despachos de la embajada de Estados Unidos en Trípoli, publicados por Wikileaks, revelaron que los  jóvenes y los reformistas libios consideraban a Saif al Islam,  uno de los hijos del coronel, como "una esperanza para el  mañana", capaz de "volver a dar vida" al régimen.

Esa opinión que aparece en despachos de entre 2009 y 2010 era  compartida por diplomáticos estadounidenses, según los cuales  Saif "está haciendo progresos como filántropo y reformista". 

En un despacho del 2 de febrero de 2010, el embajador de  Estados Unidos en Libia, Gene Cretz, refirió entonces que "los  jóvenes libios ven a Saif como la esperanza del mañana mientras  los libios de treinta años aspiran a ser como él y piensan que  es la persona justa para conducir el país".