Los 34 mineros muertos a tiros la semana pasada por la policía sudafricana fueron despedidos en un acto multitudinario en el poblado de Marikana y a pocos metros de la matanza, el episodio más sangriento vivido en el país desde el fin del apartheid, a principios de los años 90.

El acto comenzó a las 12.00 hora local y estuvieron presentes miembros del Ejecutivo sudafricano, líderes locales y representantes de distintos credos.

A pesar de que el lugar quedó desbordado por el gran número de asistentes, el dolor de las familias de los fallecidos se dejó notar en los desmayos y llantos de las madres de las víctimas, que tuvieron que ser atendidas por los servicios sanitarios.

"Mi corazón está roto, como el de las familias. La Policía nos está matando", afirmó Benet Maganisa, minero en la explotación de platina de Lonmin, en Marikana. "Es muy triste que nuestros compañeros hayan muerto en vano", añadió al término del servicio religioso Aubrey Ziza, trabajador de la misma mina.

"Nosotros trabajamos y los beneficios se los llevan los extranjeros (las compañías mineras)", lamentó un sacerdote sobre el escenario.

La mina de platino de la compañía británica Lonmin, donde se lleva a cabo una huelga desde el pasado 10 de agosto, permanecerá parada hoy en memoria de los fallecidos, y para permitir que sus 28.000 trabajadores acudieran a la conmemoración.

Pese a la tregua de hoy, la situación continúa siendo tensa en la explotación, al tiempo que el conflicto se extiende a otras minas de la zona.

Por otra parte, está prevista la celebración de otros eventos en las ciudades de Johannesburgo,  Ciudad del Cabo y Umtata, importante localidad de la región de Transkei, en la provincia de Cabo Oriental (este de Sudáfrica), de donde proceden la mayoría de los mineros de Marikana.

Los organizadores del evento esperaban la asistencia esta mañana de unas 70.000 personas, mientras que otras 15 minas de la zona también llevarán a cabo actos conmemorativos hoy.