A días de que se cumpla el primer aniversario del rescate de los 33 mineros de Atacama, uno de los trabajadores que permaneció 69 días bajo tierra reveló que durante los primeros días de encierro pensaron en comer el cuerpo de un compañero.

"Esto era una suerte de quién caía primero, en eso estábamos, el que caía primero... los demás íbamos a llegar ahí, igual que los animalitos", dijo Samuel Ávalos en un documental emitido anoche por TVN, que fue producido en conjunto con la BBC.

Durante esos días de encierro, los mineros tuvieron que racionar la escasa comida que quedaba en el refugio y sobrevivieron con la ingesta cada 48 horas de dos cucharadas de atún en conserva, medio vaso de leche y media galleta.

Todos habían bajado de peso y presentaban problemas dentales y de hongos en la piel, pues el ambiente en que estaban era un horno con un 90% de humedad y un promedio de 40 grados Celcius de calor.

La inanición ya les impedía desplazarse con normalidad en el refugio y en los pocos túneles despejados por los que podían caminar. El grupo no estaba deshidratado porque tenían el agua sucia con que se enfriaban las máquinas.

En el documental, Avalos dijo que pensaban que, obviamente, la situación era más complicada para los más ancianos, varios de ellos enfermos.

"Esto era una suerte de quién caía primero, en eso estábamos, el que caía primero... los demás íbamos a llegar ahí, igual que los animalitos", afirmó.

La posibilidad de que los mineros hubieran pensado en recurrir al canibalismo ya circuló en febrero, cuando el corresponsal en Chile del diario británico The Guardian, Jonathan Franklin, autor del libro "33 hombres", apuntó esa misma idea.

"Con o sin comida, tenía que salir de ahí. Tenía que pensar en qué minero iba a colapsar primero y empecé a pensar en cómo me lo iba a comer. No tenía vergüenza, no tenía miedo", aseguró Franklin que le relató el minero Mario Sepúlveda, el más popular del grupo.