Ayer viajó desde Buenos Aires a Santiago. Andrés Neuman (36) estuvo cerca de una semana visitando a familiares en la capital argentina y presentando su libro de relatos Hacerse el muerto (editorial Páginas de Espuma).
El volumen apareció en 2011 en España, donde vive hace 25 años. Sin embargo, su llegada a librerías de Latinoamérica ha sido paulatina. En Hacerse el muerto hay relatos y microrrelatos. Un puñado de ellos está dedicado a su madre fallecida en 2007. Es más, su última novela, Hablar solos (2012), trata de cómo ella enfrentó el cáncer y del lugar del hijo, como cuidador.
Así, Neuman ha incursionado en casi todos los géneros (poesía, ensayo, novela) para referirse a los episodios más íntimos de su vida hasta hechos históricos, como ocurrió en su novela El viajero del siglo (Premio Alfaguara 2009).
Invitado por el ciclo La Ciudad y las Palabras, Neuman viene a hablar justamente de las formas de contar. Esta vez desde la micronarrativa. "Es una tradición, no es un fenómeno actual sino que arranca con los poetas de la segunda mitad del siglo XIX, cuando ni siquiera circulaba una nomenclatura específica para este tipo de escritura", dice el narrador, quien hoy y mañana estará en el seminario del doctorado en Arquitectura de la Universidad Católica, apoyado por La Tercera.
"Analizaremos qué sucede con el tiempo y el espacio en los microrrelatos, qué extraños fenómenos se producen con ambos vectores en el interior de estos textos. Y por supuesto leeremos con atención y comentaremos ejemplos latinoamericanos y españoles", agrega Neuman. Por estos días sus lecturas transitan por autores mexicanos de su generación como Yuri Herrera, Julián Herbert o Valeria Luiselli.
Dentro de su producción, El viajero del siglo ha sido su libro más extenso. Supera las 500 páginas. "Antes de empezar a trabajar en este título jamás pensé que escribiría una novela así de larga. Quizá por eso mismo me tentó hacerlo: me gusta pensar la escritura como un mecanismo de oposición interna, de refutación de nuestros propios planes", señala el escritor que fue considerado por la revista Granta, en 2010, como uno de los mejores novelistas jóvenes de habla hispana. Y agrega sobre la extensión en la escritura: "Me parece que la extensión es una característica anecdótica, mientras que la tensión y la intensidad son actitudes fundamentales, ya se trate de un aforismo o de una novela".
¿Prepara algún nuevo libro?
Por un lado, estoy trabajando en uno de prosas breves sobre el cuerpo, que funcionan como pequeños ensayos poéticos. Me entusiasma cuando empiezo un libro que no sé muy bien a qué género pertenece: siento que ahí la escritura procede sin a prioris, tantea sus recursos mientras avanza. Por otro lado, desde hace dos o tres años estoy tomando notas para una novela que nunca empiezo, como si me diera miedo empezarla o como si el libro disfrutara creciendo imaginariamente. A lo mejor es una novela invisible.