El 12 de noviembre de 2012, Loreto Silva dejó su oficina en el sexto piso del Ministerio de Obras Públicas. Ese día, cambió el espacio que ocupó durante dos años y ocho meses como subsecretaria de la cartera para asumir como la primera mujer designada como la máxima autoridad sectorial en 125 años de historia. Desde ese momento debió encabezar proyectos de infraestructura de largo plazo, como el puente Chacao que dará conectividad a Chiloé con el continente; los hospitales concesionados de Maipú y La Florida, y la autopista Américo Vespucio Oriente. Además, enfrentó grandes congestiones vehiculares en fines de semana largos y vacaciones, tanto en el aeropuerto de Santiago como en los accesos a la Región Metropolitana, y asumió las críticas por la demora en la concreción de proyectos importantes.
A poco más de dos meses de que termine el gobierno de Sebastián Piñera, Silva destaca los que -a su juicio- son los principales logros de esta administración: llegar a US$ 6.735 millones en proyectos concesionados entre 2010 y 2014, cifra que supera los 3.225 millones del cuatrienio anterior. Además de incrementar de un 2% a un 3% del PIB el porcentaje de inversión en infraestructura.
Pese a eso, asume que la meta de concesionar ocho mil millones de dólares durante el actual gobierno fue demasiado ambiciosa y espera que la futura administración de Michelle Bachelet no paralice obras que se encuentran en proceso de estudios, licitación o que ya fueron adjudicadas.
¿Cuál es la evaluación que hace de la gestión del ministerio?
Positiva, por la recuperación del dinamismo en la inversión en infraestructura. En el gobierno anterior se produjo una suerte de paralización de los proyectos más grandes, lo que generó que no existiera una gran cartera. Además, estamos dejando sólidas bases en proyectos futuros para que se siga esta cadena. Por otra parte, la reconstrucción fue un gran esfuerzo de infraestructura, que significó 1.500 kilómetros de caminos, 200 puentes y 2.500 obras. En tercer término, porque sentamos las bases de una transformación del sistema aeroportuario y hospitalario.
Ese último punto genera debate. Michelle Bachelet ha expresado dudas sobre el modelo de hospitales concesionados.
La concesión de hospitales marca un antes y un después en infraestructura de salud. Se estandariza la calidad. Son proyectos tipo, elaborados por expertos internacionales. Eso nos va a permitir llevar a cabo programas que van a proveer de cuatro mil camas -que es la mitad del déficit del país- de calidad. Están diseñados para cumplir parámetros Ocde.
¿Cuál cree que es la razón de los cuestionamientos?
Tal vez, las críticas se sustentan en el desconocimiento del trabajo que se ha hecho. Existían deficiencias que hemos corregido. Los retrasos (en los hospitales de Maipú y La Florida) no son completamente atribuibles a concesionarios. Fueron por anteproyectos que no fueron validados debidamente por servicios especializados, por lo que no cumplían estándares de salud. Eso hizo que la etapa de desarrollo de ingeniería fuera mucho más lenta.
¿Se desechará ese modelo en el próximo gobierno?
No, porque más que una construcción, es una transformación en la forma de desarrollar infraestructura de salud. Cuando se evalúen estos proyectos, la forma en que han sido desarrollados por expertos internacionales, con parámetros Ocde, cuando se conozca con detalle el trabajo que hay en estos proyectos, no va a haber ninguno de los cuestionamientos que en principio podría haber.
¿Qué pasará con las redes de hospitales Quinta y Sur?
Acordamos priorizar la Red Quinta, que ya comenzó a licitarse. La Sur, en tanto, está trabajándose con los ajustes finales. Como es una inversión importante, vamos a evaluarlo con las futuras autoridades, dado que han planteado sus reparos. Es una conversación que vamos a tener.
¿Qué van a hacer con otras obras que podrían sufrir retrasos o modificaciones?
Tenemos la convicción de que las obras de infraestructura son parte de una política de Estado y deben tener continuidad. Cuando llegamos al gobierno lo consideramos así y no incurrimos en un revisionismo de lo que se estaba haciendo, porque no corresponde. Las obras aprobadas pasan por organismos, instituciones, por análisis de rentabilidad social.
Entonces, esperan que Vespucio Oriente, la Ruta G-21, el puente de Chacao y otras obras sigan con su curso...
Cualquiera sea el presidente, debe entender que la infraestructura es clave para el desarrollo de las personas y para el crecimiento del país. Quiero creer que se va a establecer una política de continuidad. Vamos a tener el mayor espíritu de colaboración con los futuros ministros, de manera de hacer un traspaso de los proyectos lo mejor posible.
PUENTE DE CHACAO
El 8 de diciembre pasado, el gobierno adjudicó la construcción del puente de Chacao al consorcio multinacional OAS, Hyundai, Systra, Aas-Jakobsen. El modelo usado fue el de contratación tradicional y no por concesión. "Sin duda, es uno de los proyectos más importantes del gobierno, porque responde a lo que buscaba el Presidente: integrar más al país y generar igualdad de oportunidades".
Dada esa fórmula y las críticas a los hospitales, ¿en qué pie se encuentra el modelo de concesiones?
La herramienta de concesiones ha demostrado ser eficaz y buena para el desarrollo de infraestructura. En el futuro va a seguir siendo una buena opción para que el Estado desarrolle obras, especialmente en aquellos casos donde se requiere el apoyo para desarrollar la gestión o administración, como en aeropuertos y hospitales. A futuro, seguirá siendo relevante, pero más allá del financiamiento de la obra, orientado al servicio. Hay que continuar con la senda de hacer ajustes, no sólo en las obras, sino en la forma de contratación.
¿Se avanzó en una nueva institucionalidad para la Coordinación de Concesiones?
Es fundamental dar nuevo rol y mejorar la institucionalidad de Concesiones, de manera de facilitar el desarrollo y concreción de proyectos. Se trabajó en mejorarla y esa iniciativa ya está en la Secretaría General de la Presidencia. Esperamos que sea presentada al Congreso durante esta administración.
¿Existe riesgo de que en el puente de Chacao ocurra algo similar al caso de los sobrecostos del Canal de Panamá?
Es una pregunta difícil. Nuestro proyecto de ingeniería tiene un nivel de detalle bastante amplio. Todos los oferentes tenían techo máximo, lo cual permitió evitar ofertas temerarias. Por otra parte, adjudicamos a un consorcio con amplia experiencia en construcción de este tipo de puentes. Las causas que permitieron que realizaran una buena oferta son producto de esa experiencia y del avance de la ingeniería.
¿No se podría repetir esa experiencia en Chile, entonces?
El contrato estipula que los pagos que hace el Estado son por obras hechas y no admite modificaciones. Nos preocupamos de que el contrato dejara en claro el precio a los oferentes. Tenemos las garantías suficientes para estar tranquilos de que tendremos una obra a tiempo y dentro de los parámetros que pedimos en la licitación.