Un visitante extranjero que llega a pasar sus vacaciones al parque Disney de California. Se siente resfriado, tose, estornuda, tiene un poco de fiebre pero antes de que aparezcan las primeras manchas rojas en la piel, típicas del sarampión, ya ha infectado a varios de los que están a su alrededor. Es lo que debe haber ocurrido a fines del año pasado en este resort de EE.UU., un caso que se convirtió en un brote y ya lleva 107 contagiados con este virus, la mayoría niños y adultos que no estaban vacunados.

Entre 2000 y 2010, los casos registrados de sarampión en EE.UU. no superaban los 60 por año, todos de extranjeros que llegaron al país o estadounidenses que se contagiaban en el exterior y desarrollaron la enfermedad al regresar. Pero en 2014 ya se contabilizaron 644 casos. Una veintena de estados están en alerta y haciendo llamados para que la población se vacune contra este contagioso virus, que en casos extremos puede causar la muerte.

En Chile, aunque hace más de 20 años que el virus dejó de circular dentro del territorio y el país pertenece al grupo de naciones sin la enfermedad, de acuerdo a los cálculos del Ministerio de Salud (Minsal) existen unos 250 mil niños menores de seis años sin protección, pese a que el Plan Nacional de Inmunización (PNI) vacuna gratuitamente contra este virus a todos los niños al año de nacidos y una segunda dosis en primero básico.

La cifra se explica por el aumento de padres que deciden no vacunar a sus hijos por temor a efectos secundarios, dificultades de cobertura geográfica o como parte del pequeño porcentaje de falla técnica que pueden tener todas las vacunas.

Estos 250 mil niños que no cuentan con inmunización, en caso de estar expuestos al virus, como lo están hoy los niños en EE.UU., enfermarían. "A este año, se han acumulado 250 mil niños de menos de seis años que podrían no tener protección contra el sarampión", resume el jefe del PNI, Fernando Muñoz. A ellos se suma un número indeterminado de adultos entre los 34 y los 44 años que no tuvieron la dosis completa de niños ya que cuando les correspondió vacunarse, se creía que con media dosis era suficiente para inmunizarlos, lo que finalmente no era correcto.

NEGATIVA A LAS VACUNAS

Para Muñoz, la situación de EE.UU. no es nueva y coincide con el aumento de familias que se niegan a entregar el certificado de vacunas al momento de matricular un hijo en el colegio (objección de conciencia). "En EE.UU., cuando un niño entra al colegio, se le exige un certificado que diga que tiene todas las vacunas. Es obligatorio, pero algunas familias, que ya son cerca del 10% en el estado de California, apelan a cuestiones religiosas o éticas para no entregar el documento", dice Muñoz.

Para Anabella Arredondo, epidemióloga y académica de Medicina de la U. Andrés Bello, el aumento de casos en este país está relacionado con los movimientos antivacunas. "Cuando hay un grupo importante de gente que no está vacunada, se crean bolsones de susceptibilidad y si se enferman, lo hacen en gran número". En el caso específico del virus del sarampión, la experta dice que es altamente contagioso y con varias vías de ingreso al cuerpo (vía respiratoria, conjuntiva de los ojos y cualquier otra mucosa). "En la medida que el resto de la población se siga vacunando, aquellos que no lo hacen pueden estar protegidos, pero si este grupo aumenta, seguro enfermarán".

"Cuando hay poca gente vacunada, basta un enfermo en contacto con la población susceptible para que se inicie un brote importante", explica Alejandra Marcotti, infectóloga de Clínica Alemana.

BASES CIENTÍFICAS

Jacob Cohen, pediatra infectólogo de Clínica Las Condes, señala que en Chile también hay padres que por opción deciden no vacunar a sus hijos. "Los pediatras lo vemos en la consulta, son familias más naturalistas, que tienden a rechazar la medicina alopática, las vacunas, o que a veces rechazan solo las vacunas que tienen algún grado de mercurio".

Al final le están haciendo un daño a sus hijos, aún cuando tengan las mejores intenciones. "Cuando me encuentro con estas familias, les explico las bases científicas detrás de las vacunas, que llevan más de 200 años, que hay que fijarse en estudios serios y que finalmente, los beneficios son indiscutidos", dice el pediatra.

"Hay personas que dicen, 'yo decido por mi hijo'. Pero en un virus como éste, no solo decide por él, sino por los que están a su alrededor", añade Arredondo.