En 1949, el escultor de avant-garde Philip Pavia afirmó que "la primera mitad del siglo perteneció a París, y la segunda será nuestra". Se refería a un grupo de artistas de Nueva York de la década de 1940 cuyas obras radicales estaban siendo llamadas expresionismo abstracto.
Ahora, el Museo de Arte Moderno (MoMA), una de las instituciones más asociadas con ese movimiento, inauguró la muestra más grande y abarcadora del expresionismo abstracto, con obras de su propia colección.
Son 250 trabajos de distintos medios, incluidos cuadros, esculturas, dibujos, grabados, fotografías y films, de figuras como Jackson Pollock, Mark Rothko, Barnett Newman, Joan Mitchell y David Smith.
Quienes planeen una visita mejor lleven zapatillas cómodas y se preparen para volver.
Todo el cuarto piso fue reservado para un centenar de cuadros y otros trabajos artísticos que relatan la historia de un grupo de artistas que crearon un nuevo lenguaje en el período de posguerra. En el segundo y tercer pisos hay más obras.
En respuesta a las atrocidades del Holocausto y a las bombas atómicas lanzadas sobre Japón, escarbaron en su inconsciente y crearon imágenes que evocan al hombre primitivo, viejos mitos y símbolos que anteceden a la palabra.
El visitante se tropieza de entrada con "La loba", un cuadro vívido, semiabstracto de Pollock, previo a su famoso cambio de estilo. El MoMA lo adquirió en 1944 y pasó a ser el primer trabajo que llega a la colección de un museo del pintor que fue el artista estadounidense más renombrado de la década de 1950.
La muestra está organizada en orden cronológico y algunas galerías están dedicadas exclusivamente a un artista, incluidos Pollock, Rothko y Newman. Esta distinción concedida a unos pocos artistas es un regalo de la coordinadora de la exhibición Ann Temkin y le da al visitante la oportunidad de explorar los mejores trabajos de un puñado de genios cuyas obras inspiraron un asombro casi religioso.
Entre las obras exhibidas figuran el cuadro monumental de Newman, de 1950-1951, "Vir Heroicus Sublimis", que en latín quiere decir "hombre, heroico y sublime". El lienzo, de 5,5 x 2,5 metros (18 x 8 pies) tiene un rojo fuerte con cinco barras blancas, amarillas, naranjadas y marrones.
Pollock también tienen una galería dedicada a su obra
Para recordarle al visitante lo radical que fue su trabajo, los organizadores de la exhibición cuentan que una vez Pollock le preguntó a su esposa, Lee Krasner, cotizada expresionista abstracta cuyas obras también son exhibidas en la muestra: "¿Esto es un cuadro?".
El otro artista al que se le concedió una galería propia es Rothko. "La pintura debe ser milagrosa", escribió en 1947, y sus cuadros lo son. Sus trabajos de la década del 50, que consisten mayormente en bloques y barras de pinturas en capas finas, parecen flotar delante de nuestros ojos.
"No. 10", con sus tres planos horizontales blanco, amarillo y azul que se convierten en uno solo, fue el primer cuadro que llegó a la colección del MoMA, en 1952. Fue tan radical para su época que un integrante del consejo de administración del MoMA renunció en señal de protesta.
Casi 60 años después, varias de las obras de estos maestros de la Escuela de Nueva York son tan conocidas para generaciones de estadounidenses que cuesta imaginarse que en algún momento pueden haber generado semejante rechazo.
Esa es una de las razones por las que Temkin y sus colegas decidieron montar la muestra: para recordarle al público de una época en la que los artistas trataron de recomponer un mundo devastado y el arte alcanzó una estatura mítica, heroica.
La muestra estará abierta del 3 de octubre al 25 de abril del 2011.