Carlos Sánchez dice que lo aprendió de inmediato, como un golpe seco que le hizo entender que jamás podía volver a repetirlo. En un show de hace muchos años, cuando empezaba su trayectoria como humorista, se comenzó a burlar de una señora de las primeras filas que usaba peluca. Cuando terminó la rutina, el hijo de su víctima se le acercó con cara de pocos amigos y el cómico le preguntó lo obvio: ¿pasó algo? "El chico me respondió 'sí: mi mamá tiene cáncer'".
Tras el bochorno, el colombiano rebautizado como "el Mono" decidió nunca más reírse del aspecto físico del público y optó por un humor blanco, limpio de groserías, doble sentido o alusiones políticas y contingentes, remitido más bien a narraciones cotidianas y familiares. Un estilo casi en extinción dentro de una oferta dominada por el stand - up y los humoristas ungidos como justicieros de los que no tienen voz, y que lo hará debutar en el Festival este miércoles 22.
"El 'Mono' Sánchez nunca hace en sus shows mofas, chistes o burlas ni de culturas, ni de religiones, ni de idiosincrasia, ni de política. Jamás. Hay gente que se especializa en el humor político. Bienvenido sea. Pero yo no. El humor, cuando es cotidiano, hace que nos riamos de nosotros mismos. Dejemos a los políticos que hagan lo suyo. Dejemos a los corruptos que hagan lo suyo. Dejemos a los criminales que hagan lo suyo", apuesta el originario de Cali, hablando en tercera persona y en otra declaración de principios que resulta casi en desuso en comparación con sus pares.
Pero Sánchez no sólo cargara con el propósito de devolver a la Quinta Vergara los chistes con menos veneno y dinamita de lo habitual. El colombiano es el primer cómico venido del extranjero en once años - el último fue el imitador dominicano Julio Sabala en 2006- y encarna los propósitos del Grupo Turner, los propietarios de Chilevisión, por presentar un humor más global y latinoamericano, luego que el año pasado los televidentes del resto del continente reclamaran por redes sociales que a los comediantes chilenos no sólo no se les entendía nada, sino que también disparaban contra personajes -Sebastián Dávalos, Lucia Hiriart- casi desconocidos fuera de las fronteras.
Por eso, "El Mono" exhibe un evidente nerviosismo, como el elegido que acepta una misión incluso superior a su propia figura. Y, por lo demás, en tierra ajena. "Claro que sí, hay temor", subraya al pensar una audiencia muy poco familiarizada con sus 28 años en la ruta. "Tengo una fuerte carga de responsabilidad en mis hombros. Es el momento más importante de mi carrera, a nivel personal y familiar. Tengo a todo un grupo de humoristas colombianos pendientes de lo que voy a hacer. No sólo está en juego el éxito del 'Mono', sino que también CHV que apostó por mí y el hecho de ser el extranjero que le intentará abrir las puertas a ese humor en Viña. Sé que este público es difícil y hay que ganárselo. No soy la muerte y tampoco soy una moneda de oro para que todos me quieran".
Para evitar los tropiezos, el artista se ha coordinado con los organizadores de la cita vía Skype para ir tachando en su libreto todos los modismos colombianos y cambiarlos por expresiones locales. "Ya me sé varios: al tiro, bacán, buena onda, cachai, cara de palo, chueco…", enumera a alta velocidad.
Eso sí, su entrenamiento empezó mucho antes. En su juventud, antes de la fama, trabajó en la sede colombiana de la empresa chilena Ladeco, donde precisamente uno de los gerentes -llegado desde Santiago- lo incitó a dedicarse al humor. Años más tarde, ya fogueado como comediante y en un evento en su país, conoció a Leonardo Núñez, por ese entonces "El chacal de la trompeta" en el Sábado Gigante de Miami. Fascinado con su estilo y su acento, el músico lo invitó al espacio que se grababa en EE.UU., donde tuvo que realizar una única prueba: hacer reír a Don Francisco en un estudio vacío.
"Me tocó pararme solo frente a él. Es el hombre más grande que he conocido en mi carrera. No sé qué será más fuerte, enfrentarme esa vez a Don Francisco en toda su dimensión o ahora estar frente a millones de televidentes. Sigo siendo muy cercano a él. Estoy invitado a su nuevo programa en algunas semanas y, si me gano las gaviotas, se las entregaré a él, de una manera simbólica y como un agradecimiento".