No avasalla a sus rivales. No se genera demasiadas ocasiones de gol por partido. Incluso a ratos peca de soberbia, por pasajes del encuentro. Pero todo aquello poco le importa a la U, que después de más de dos años dormirá como líder del campeonato. Mas allá de que todavía está a la espera de lo que ocurra con Colo Colo en Quillota, lo cierto es que el cuadro azul disfruta de un caramelo que le fue esquivo mucho tiempo. Y que a cuatro fechas del término del Clausura sin duda que va tomando un sabor especial.

Es verdad que al líder del torneo se le debe exigir más que al resto. Principalmente porque el plantel que tiene la U le podría permitir mostrar más y mejores cosas futbolísticas. Sin embargo, después de una tormenta prolongada, de varias temporadas, lo que muestra el equipo invita a la ilusión de sus hinchas, especialmente por el convencimiento que se aprecia en la cancha a la idea que sostiene Hoyos desde el banquillo.

La U no encandila ni mucho menos desde el juego. De hecho, le cuesta muchísimo desequilibrar en los metros finales ante la falta de un buen habilitador. Y eso a ratos la confunde. La hace tomar malas decisiones.Quizás por eso mismo busca otros caminos al gol. En ese sentido, ahoga, atosiga y somete al rival desde el inicio. No espera para ver qué hará el adversario. Al contrario, impone condiciones en campo enemigo, con todos los hombres, salvo sus dos centrales, desplegados en ataque. Sale a buscar el primer golpe. Así, a ratos, resulta indescifrable.

En esa idea de sumar hombres en ataque, llegó la apertura de la cuenta ante Santiago Wanderers, por intermedio de Yerko Leiva, apareciendo por sorpresa en el área caturra. Gran centro de Beausejour y el Sub 20 aprovecha un rebote para decretar con zurda su segundo gol en el profesionalismo. Era el primer aviso de la tarde.

Sin embargo, pese al dominio y control del juego, aquello no se veía traducido en ataques peligrosos. Todo quedaba enredado en los metros finales, ante la falta de claridad de los volantes y delanteros. El partido lucía perfecto para aprovechar los espacios que dejaba Wanderers, pero entre tanto correr y presionar, el equipo de Hoyos perdía claridad a la hora de pensar.

Afortunadamente para la U, Felipe Mora atraviesa un momento estelar. Y es capaz de solucionar en dos movimientos cualquier problema en el tramo final de la cancha. Y terminar resolviendo un partido. El delantero, haciendo recordar la acrobática y mágica conquista de Marcelo Salas en Wembley, en 1998, recibió un largo pase de Beausejour y tras un brillante control con el pecho, liquidó con un suave toque de derecha. Golazo por donde se lo mire del exclusivo goleador del Clausura. Una conquista para acercar un poco más la comparación de su técnico con el Guaje Villa. Los que se reían por entonces con aquel comentario futbolístico, hoy parecen empezar a darle la razón al técnico azul.

En esa joya quedó sentenciado el partido. Wanderers, que mira peligrosamente la zona de descenso, tenía pocas armas para inquietar a Herrera, quien de todos modos tuvo un par de buenas intervenciones. La U, desde su ímpetu, buscó aumentar las diferencias, pero no tuvo fortuna en el remate final. A esa altura, en todo caso, la tarea ya estaba hecha. El triunfo quedaba en casa, con el agregado de sentirse en la cima después de estar lejos por muchos años. Todo el mérito para Hoyos, que en pocos meses le devolvió el rumbo a un equipo que estaba a la deriva.