Como el invitado más atípico de Viña 2012, como el comensal de impronta particular que sabe que tiene los ojos del resto encima de él, fue el primero en llegar a Chile. Steven Patrick Morrissey (52) se apareció ayer por Pudahuel para iniciar una estadía de una semana en el país, con el objetivo de ultimar los detalles de su debut en la Quinta Vergara, pactado para el cierre del viernes 24, y el concierto de dos días después en Movistar Arena.

A las 13.05 horas, el ex The Smiths aterrizó en un vuelo de la línea British Airways que partió en Londres, hizo escala en Sao Paulo y remató en Santiago. Cerca de las 14 horas, el cantante, acompañado de un pequeñísimo staff, que incluía a su mánager, apareció por uno de los accesos VIP del aeropuerto. El tiempo que se tomó entre su arribo y su salida guarda relación con los trámites de Aduana, pero también con uno de los tantos detalles que ilustran su idiosincrasia artística: él mismo fue a buscar sus maletas, hábito que mantiene en todos sus viajes. En el momento, personeros de la terminal aérea lo observaban y merodeaban a distancia, aunque sus encargados de seguridad no dejaron tomar fotos o establecer alguna clase de contacto.

En el exterior, tomó un simple Mercedes-Benz oscuro y se fue hasta la suite residencial del hotel Ritz-Carlton, donde alojará durante las siete noches que le esperan en Santiago, ya que pretende arribar a la Ciudad Jardín sólo horas antes de su presentación. Al salir se le vio tranquilo, regalando un par de sonrisas amables y relajado ante la nula asistencia de fans y -al contrario de lo que dicta la cita viñamarina- la mínima presencia periodística.

Para hoy, el itinerario plantea un giro. El hombre de Everyday is like sunday planea ir hasta la Escuela Moderna de Música para iniciar una serie de ensayos, que se extenderán por tres días. El recinto se cerrará casi de manera completa para su trabajo y fue equipado con montaje, audio, luces y hasta servicios de comida para todo su equipo.

No es menor: sus representantes pidieron a la organización que su espectáculo no tuviera las típicas interrupciones derivadas de la entrega de premios o de las arengas del público. En caso de darse esa instancia, el plan es que los trofeos los reciba al final, ya con la totalidad de su presentación consumada. Algo similar sucedió el año pasado con Sting, quien también pidió un show sin paréntesis de ninguna clase, aunque por unos minutos se dio tiempo para recibir los galardones viñamarinos.

Eduardo Cabezas, productor general del certamen, comenta: "A todos se les explica nuestra dinámica como evento. Los latinos, que conocen el público y el Festival, saben que en un momento se les va a interrumpir y que tendrán espacio para agradecer a la gente. Pero los invitados anglo muchas veces no lo saben y exigen cantar de corrido, tener su recital completo. Aquí estamos en conversaciones para que igual se pueda dar un espacio para recibir un galardón".

Otro de los puntos llamativos recaerá en lo visual. Conocido vegetariano y defensor de la vida animal, el británico mostrará imágenes de su causa, como una forma de recalcar sus principios ante una audiencia masiva. Su primera vez en la Ciudad Jardín está pactada para 90 minutos.

Ayer, cerca de las 19 horas, Morrissey bajó del hotel y, junto a su equipo y dos guardias, partió caminando hacia la pizzería Tiramisú. Eso sí, antes se fotografió y regaló firmas-incluso en un brazo- a los cinco fanáticos que lo aguardaban afuera del recinto: algunos lloraron y otros no podían creer la repentina calidez de su ídolo. "Estoy muy feliz de estar en Chile", lanzó. El cantante luego transitó sin mayor parafernalia por el barrio El Golf hasta llegar al local, donde se sentó en un área normal y no exigió trato VIP. Al salir de ahí, y luego de dar autógrafos a garzones y cocineros, se subió a una camioneta y volvió al hotel.