La relación de Netflix con la pantalla grande es algo compleja. Si bien en sus cinco años lanzando programación original la plataforma de streaming no tuvo muchos problemas para dominar rápidamente el mundo televisivo, en el cine ha encontrado una resistencia más activa a su modelo de negocios, que en la mayoría de los casos implica que sus películas no pasen por una sala de exhibición.

La industria aún debate exactamente cuál es el lugar de Netflix en el mundo del cine, y qué significa para el futuro. En parte, la incursión de la plataforma en la distribución de películas es algo muy reciente: tan sólo dos años han pasado desde el estreno de la primera película original del servicio, Beasts of no nation. Pero en un corto período Netflix ha adquirido y distribuido de forma exclusiva en su plataforma más de 50 películas; más de la mitad han sido estrenadas este año.

Pero el real aporte de la fórmula de la compañía es cuestionado. En su tradición de no revelar cifras de audiencia, el saber cuánta gente ve sus películas es imposible. Fuera de la mencionada Beasts..., ninguna otra película de ficción ha captado la atención de la temporada de premios de Hollywood, y a pesar de estrenar proyectos con nombres de jerarquía, el impacto de sus cintas parece desaparecer rápidamente tras su estreno.

A eso se suma una industria que ha redoblado su hostilidad hacia la compañía este año: el festival de Cannes afirmó que desde 2018, cualquier película que compita por la prestigiosa Palma de Oro deberá firmar un compromiso de que llegará a estrenarse a las salas de cine francesas, en una clara represalia al modelo Netflix. Esto ya que, además, en el país europeo una cinta que pasa por la pantalla grande no puede exhibirse en tres años en televisión. La plataforma se defiende asegurando que mantendrá su sistema de priorizar a "consumidores primero". Directores como Pedro Almodóvar y Christopher Nolan criticaron fuertemente a Netflix durante el año.

En medio de ese debate, apareció Mudbound, la última cinta en ser distribuida por el servicio de streaming. Con ella, la plataforma parece haberse reencontrado con la validación de la industria. La noche del lunes Mudbound ganó el premio Gotham al Mejor Elenco, que se entrega desde 2014, y que en los últimos dos años ha recaído en las cintas que terminaron llevándose el Oscar a Mejor Película. También ya fue anunciada como la receptora del premio Robert Altman en los Independent Spirit Awards, que reconoce anualmente el trabajo del elenco y director -en este caso la realizadora Dee Rees- de una sola película.

Aún por estrenarse en Latinoamérica, Mudbound sigue la historia de dos familias, una blanca y una negra, que comparten terrenos en una granja en Misisipi en el Estados Unidos post II Guerra Mundial. Por contexto social y racial, las experiencias de vida y problemas de cada uno son muy distintos, y las relaciones entre ambos tensas. Una amistad improbable surge entre miembros de ambos clanes, Ronsel (Jason Mitchell) y Jamie (Garrett Hedlund), jóvenes recién retornados del conflicto bélico. El primero, afroamericano, encuentra una sociedad que insiste en someterlo a reglas racistas, mientras que el segundo carga con estrés post traumático que lo lleva al alcoholismo.

La crítica se rindió ante la película -publicaciones como Time, The Guardian, Washington Post y Los Angeles Times le dieron cinco estrellas- e incluso Netflix flexibilizó un poco su estrategia al estrenar la cinta durante un fin de semana en las salas de Estados Unidos. Pero lo hizo bajo sus reglas: la compañía no reveló cuánta taquilla recaudó su película en esos días. Mudbound es una pequeña tregua dentro de una discusión que aún está lejos de llegar a un consenso.