El ex magnate de las comunicaciones, el alemán Leo Kirch murió anoche, a los 84 años, casi una década después de asistir a la quiebra de su imperio mediático, uno de los más poderosos de Europa.
Kirch, nacido en Fahr (sur de Alemania) en 1926 y ejemplo del empresario surgido de la nada, falleció "en paz", comunicaron hoy fuentes familiares, desde Munich.
El primer gran golpe de este hijo de fontanero fue la compra de los derechos de "La Strada", de Federico Fellini, en 1956 y con 25.000 marcos (unos 12.500 euros) prestados por su esposa.
En las décadas siguientes, Kirch llegó a manejar un imperio mediático de volumen comparable al del australiano Rupert Murdoch, que acabó en una de las más espectaculares quiebras de la historia empresarial alemana.
En el momento del derrumbe, la firma tenía una planta de 10.000 empleados, con un archivo de producciones de televisión de más de 10.000 títulos y 40.000 horas de series televisivas repartidas entre los canales privados ProSieben, Sat1, la cadena de información N24 y la deportiva DSF.
Su poder se extendía asimismo por el ámbito de los derechos de grandes eventos deportivos, tanto de la Bundesliga alemana y Mundiales de Fútbol, como la Fórmula Uno.
La caída de su imperio se consumó en sus años de amistad con dos pesos pesados de la política alemana, el bávaro Franz Josef Strauss, y el patriarca de la Unión Cristianodemócrata Alemana (CDU), el excanciller Helmut Kohl. Sus estrechos vínculos con Kohl estuvieron durante años teñidos por la sospechas de amiguismo -se le consideró "sospechoso número uno" de estar entre los donantes anónimos a la CDU de los que el ex canciller nunca reveló la identidad, en medio del escándalo por la financiación irregular del partido de 1999-.
Ni entonces, con un imperio por defender, ni después, se dejó amilanar por estas sospechas Kirch, testigo de bodas de las segundas nupcias de Kohl, en mayo de 2008. Por entonces, ya se había hundido el imperio fundado en los años 60, amplificado en las décadas siguientes y que entró en dificultades económicas sin retorno a principios del 2000, tras la adquisición de los derechos de los Mundiales de 2002 y 2006.
El grupo Kirch llegó a ser el segundo grupo mediático de Alemania, después del grupo Bertelsmann, y controlaba, entre otros, la mayor cadena de televisión privada en Alemania, ProSiebenSat1, así como el canal de pago Premiere (actual Sky).
Tenía, asimismo, un 25 por ciento del canal español de televisión privada Telecinco. El grupo Kirch presentó suspensión de pagos en 2002, al fracasar todos los intentos de rescate de los bancos acreedores y de los socios minoritarios. La compañía tenía por entonces una deuda acumulada de 6.500 millones de euros, pero el magnate y fundador del grupo consideró responsable de la quiebra de su imperio al entonces presidente del Deutsche Bank, Rolf Breuer, contra el que emprendió un largo litigio judicial.
El imperio Kirch llegó a poseer el mayor archivo cinematográfico de Europa y estaba estructurado en diferentes empresas, como Kirch Media, Kirch Pay TV -propietaria de Premiere World- y la sociedad de participaciones Kirch Beteiligungs GmbH.
El magnate, quien sufría de diabetes y pérdida progresiva de visión hasta quedar al borde de la ceguera, vivía prácticamente retirado de la vida pública desde que en 2007 se le amputara el pie izquierdo. Una de sus últimas comparecencias en público fue en una de las vistas de su litigio contra el Deutsche Bank, hace unos meses, a la que acudió en silla de ruedas y que quedó interrumpida a los 90 minutos por prescripción facultativa.