Histórico

Muere el historiador Tony Judt, cronista de la posguerra europea

Judt era célebre por sus análisis de la historia moderna europea y como brillante y polémico comentarista político.

Tony Judt llevaba dos años siendo testigo de su propio proceso degenerativo a causa de una esclerosis lateral amiotrófica. Estaba paralizado del cuello para abajo, le costaba respirar, tragar y sostener la mandíbula, pero su mente seguía funcionando con lucidez. El influyente historiador inglés, conocido por sus estudios sobre la Europa moderna y por ser un brillante comentarista político, siguió escribiendo hasta el pasado viernes, cuando falleció en su residencia de Nueva York, a los 62 años. La enfermedad, que según sus palabras lo tenía "encerrado en un traje de hierro, frío e implacable", acabó con la vida de uno de los más destacados historiadores de nuestro tiempo.

En la década del 60, la Universidad de Cambridge produjo una serie de historiadores de excelencia. Entre Linda Colley, David Cannadine y Simon Schama, el nombre de Tony Judt sonaba con fuerza. En sus comienzos, Judt era un sionista de izquierda especializado en la historia moderna de Europa, con énfasis en el proceso francés. Con los años se alejaría de aquello para asumir una postura socialdemócrata y sumamente crítica que a algunos producía escozor.

Generó gran controversia al criticar las decisiones del Estado de Israel, el peso de las instituciones judías dentro de la política norteamericana y el rol de EEUU como única potencia mundial. Se consagraba como un historiador inmerso en el presente. Postguerra (2005) y Sobre el olvidado siglo XX (2008), fueron algunos de los libros más importantes que publicó.

CONTINGENTE Y POLITICO
Tony Judt nació en 1948, en el seno de una familia judía radicada en Londres. Sus años de juventud los pasó en un kibutz, y en 1967 integró las filas israelitas durante la Guerra de los Seis Días. Años después cambiaría de frente para dar la pelea desde sus libros, sus clases en la Universidad de Nueva York y sus numerosos artículos en la prensa. Cuando afirmó que Israel no debía ser un estado judío, sino un país donde judíos y palestinos vivieran bajo un mismo gobierno, se ganó un fuerte rechazo. El Comité Judío Estadounidense lo acusó de antisionista y fue despedido de The New Republic, revista de centro izquierda donde era editor asociado.

"Judt tiene esa cosa apasionante de entender la historia como un diálogo con el presente", asegura el historiador chileno Claudio Rolle. "Iba mucho más allá que otros académicos y tenía la magnífica capacidad de incidir en la vida política", agrega.

Aunque Judt disfrutaba del enfrentamiento ideológico, tenía un problema: la controversia opacaba sus considerables aportes como historiador. "Al parecer, la postura que asumes frente a Israel reina por sobre todo lo demás en la vida", dijo en 2007. Entonces ya había publicado su obra más reconocida, Postguerra (2005), donde revisa cómo Europa se levantó de las cenizas en 1945 para convertirse en el próspero continente que es hoy.

Como dice el historiador de la Universidad Católica, Alfredo Riquelme, "Judt fue uno de los historiadores que más ha contribuido a pensar la trayectoria europea desde las ruinas de la II Guerra Mundial y la experiencia moralmente devastadora  del nazismo, hasta la caída del muro de Berlín".

Su último libro, Ill fares de land, fue publicado en marzo por Penguin Books. Pudo escribirlo gracias a que la enfermedad no llegó a afectar su capacidad de hablar y fue capaz de dictárselo a sus ayudantes.

Poco antes de su muerte, The Guardian afirmaba que Judt poseía una de las mentes más vivas de Nueva York. El viernes, la revista Time escribía en su obituario: "Era un historiador de primera, un intelectual público a la antigua y, en más de un sentido, un hombre muy valiente".

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