Muere el mayor de los sobrevivientes de la tragedia de Los Andes
A los 80 años, fallece Javier Methol, uno de los 16 protagonistas del Milagro de los Andes: 72 días perdidos en la cordillera tras el accidente de avión.
La morfina para calmar el dolor, el que una vez más le aquejó en vida. Lo aquejó el jueves, en el Hospital Británico de Uruguay, y en la cordillera, hace ya 42 años. Un cáncer a los huesos terminó con Javier Methol, uno de los 16 sobrevivientes al Milagro de los Andes. Ahora, el primero en partir.
Fue sólo un paso, diría él. En esos diálogos interminables sobre los 3 mil metros de altura, charlando con Dios o con sus compañeros, y al borde de la hipotermia, entendió que la muerte no es el final. ¿Por qué temerle?
“Para mis hijos yo estaba muerto porque mi familia y la de Liliana les habían dicho: Papá y mamá están en el cielo. Ahora papá volvía del cielo, pero mami no. Los mayores me dieron un abrazo y un beso mientras yo temblaba (...) ¿Y Mami? ‘Mami era tan buena, que Dios la precisaba; tú mira para arriba, y hablále, porque Dios le da permiso para que te conteste’. Ella miró hacia el cielo. Entonces le agregué: ‘Siempre que tú la precises, háblale que ella te va responder”. Así relató el propio Methol en el libro La Sociedad de la Nieve (Pablo Vierci) el regreso a casa, junto a sus cuatro hijos en Montevideo, después de pasar 72 días entre el hielo y el purgatorio.
En aquel vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya, él viajaba a Chile junto a su esposa, Liliana Navarro, como parte del charter. Pero no con Old Christians, el equipo de rugby. Aunque no se conocía con los jóvenes, supo guiarlos durante los casi tres meses de letargo. Postrado y cargando incluso con el peso de perder a su mujer, la que falleció posteriormente junto a otros producto de una avalancha. Se mantuvo firme como el mayor del grupo (tenía 36 años al momento del accidente), el adulto a cargo de la trágica excursión, algo que los otros 15 le agradecieron en vida, y le seguirán agradeciendo.
“Era una persona muy agradable, un caballero. Según reconoció después el resto, era casi un santo porque tuvo que soportar a Gustavo Serbino y Carlos Páez, que eran muy desordenados” asegura Rafael Ruiz, uno de los miembros del equipo de Old Boys que ese 13 de octubre del ‘72 aguaraba en Chile por ellos, esperando disputar un duelo que jamás se jugó.
Methol rearmó su vida y a su descendencia, sumó cuatro hijos más, producto de su segundo matrimonio.
Otro que le conoció de cerca fue el cardiólogo y apertura del equipo charrúa, Roberto Canessa, quien recuerda que después del accidente “la altura lo tenía mal”. “Él estuvo disminuido físicamente y encima perdió a su mujer, pero tenía cuatro hijos en Montevideo. Nosotros lo alentábamos para que saliera adelante y él hizo de tripas corazón y luchó para mantenerse con vida. Es el primero que parte, es algo que nos ha golpeado a todos”, lamentó.
Ayer, parte de los sobrevivientes se reunieron después del funeral en la casa de Gustavo Serbino, donde recordaron una vez más a Methol y el milagro que vivieron todos en las gélidas nieves cordilleranas.
Methol fue impulsor de la fundación uruguaya Viven, la que entrega ayuda en educación y beneficencia al país oriental y que fue creada, precisamente, en homenaje a los 29 fallecidos. Dedicó los últimos años de su vida a dictar conferencias en empresas respecto al liderazgo y el trabajo en equipo a raíz de sus experiencia límite.
Ahora, su legado quedará plasmado en la historia como una de las hazañas más importantes que el hombre pueda contar.
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