Muere en Irlanda el hombre que inspiró la película "En el nombre del padre"

Tras 15 años en prisión, Gerry Conlon, de "los cuatro de Guildford", fue absuelto en 1989.




El irlandés Gerard "Gerry" Conlon estuvo 15 años en la cárcel Long Lartin cumpliendo sentencia por un crimen que no cometió. No fue el único. Su padre, Giuseppe, alcanzó a estar cinco años preso por la misma razón. En total, 11 inocentes fueron sentenciados por un atentado con bomba del IRA a un pub inglés. La historia, uno de los casos más bullados de la justicia inglesa, inspiró la película En el nombre el padre (1993), con Daniel Day-Lewis en el rol de Conlon.

"Todavía es difícil describir cómo es enfrentar una sentencia de por vida por algo que no hiciste", escribió en 2009 Gerry Conlon, en el periódico británico The Guardian, en un relato sobre su vida en libertad. "No sólo tuvimos que vencer el sistema de justicia penal, sino que también tuvimos que sobrevivir en la cárcel. Nuestra realidad era una pesadilla. Orinaban en nuestros alimentos, defecaban en la comida y le ponían vidrio. Dejaban nuestras puertas de las celdas abiertas para que vinieran con baterías en los calcetines a golpearnos en la cabeza. Vi a dos personas asesinadas. Vi suicidios. Vi a alguien prenderse fuego en la prisión de Long Lartin", describió Conlon, quien falleció ayer, tras años de lucha contra el cáncer y una permanente depresión.

EL ATENTADO

Conlon y su colega Paul Hill se encontraban en Londres el 5 de octubre de 1974, el mismo día del atentado al pub Horse and Groom, local de los suburbios donde se reunían los militares ingleses. El bar fue destruido por una bomba, que dejó un saldo de cuatro soldados y un civil muertos, más 65 heridos. Aunque las razones por las cuales Conlon y Hill se habían trasladado a Londres no se relacionaban con el conflicto en Irlanda del Norte -que a inicios de la década del 70 tuvo su punto más álgido- fueron los primeros inculpados.

Conlon volvió a Belfast, su ciudad natal, sin saber que era el principal sospechoso del atentado. No pasaron muchos días cuando la policía allanó su casa y lo detuvo, amparándose en una ley promulgada ese año, que permitía la detención por sospecha, con la posibilidad de retener al sospechoso sin cargos durante siete días y siete noches.

Paul Hill y sus amigos Carol Richardson y Paddy Armstrong corrieron la misma suerte; durante siete días fueron sometidos a fuertes presiones en interminables interrogatorios, que concluyeron cuando todos -conocidos como "los cuatro de Guildford"- firmaron una declaración en la cual se hacían responsables del ataque.

Durante el juicio, los inculpados creyeron erróneamente que podrían conseguir una condena baja o recurrir a testimonios para disminuir la pena. Sin embargo, durante el proceso no sólo fueron condenados a una sentencia de por vida, sino que las investigaciones concluyeron que los cuatro no podían haber llevado adelante el ataque por su cuenta. Dado que Conlon era el supuesto cabecilla, también fue inculpado su padre, Giuseppe, y Anne Maguire, además de cinco miembros de la familia de ella. Ellos fueron conocidos como los "siete Maguire". El padre de Conlon murió enfermo en 1980, estando todavía en prisión.

Tiempo después, Conlon conoció a la abogada Gareth Peirce, quien tras enterarse de la historia se abocó a investigar la causa. Durante las indagatorias encontró numerosas irregularidades en el proceso: declaraciones obtenidas con métodos ilegales, testigos cuyas declaraciones podrían haber derivado en la absolución de los imputados y que no fueron consignadas, más pruebas falsas. Con esos antecedentes, la abogada reabrió el caso y en 1989, los cuatro fueron liberados. Habían pasado 15 años.

EL PERDON DEL GOBIERNO

Pese a que el caso se convirtió en uno de los más comentados de la justicia inglesa, no fue hasta 2005 cuando el entonces primer ministro, Tony Blair, pidió perdón. "Es una cuestión que hay que lamentar cuando alguien sufre un error de la justicia", dijo. "Reconozco el trauma que la condena causó a los Conlon y a las familias Maguire, y el estigma asociado incorrectamente a ellos hasta hoy", agregó Blair, en el primer mea culpa del gobierno por el caso, cuyos verdaderos culpables eran miembros del Ejército Republicano Irlandés (IRA), durante una sesión en la Cámara de los Comunes que fue televisada. Conlon respondió entonces que el primer ministro estaba contribuyendo por primera vez a "cicatrizar heridas". "Es un día que pensé nunca iba a llegar", puntualizó.

Tras obtener su libertad, Conlon confesó a la prensa que nunca dejó de tener pesadillas y padeció distintos desórdenes sicológicos; incluso, intentó suicidarse dos veces. Adicto a las drogas y al alcohol, vivió sus últimos años en contacto con otros convictos que cumplieron penas por crímenes que no cometieron.

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