"Dicen que me gusta provocar, pero lo que me gusta es agitar, y veo a mucha gente contenta. Lo único malo para el teatro es la indiferencia", decía hace algo más de un año el director de ópera Gerard Mortier. Polémico e innovador, el belga murió anoche en Bruselas por un cáncer de páncreas detectado en mayo pasado. Tenía 70 años.

Hijo de un panadero, Mortier destacó por sus ideas de renovar la ópera. Se caracterizó por trabajar con repertorios contemporáneos, atraer al público joven y plantear la importancia de la reflexión, no sólo el entretenimiento. Para esto cruzó la ópera con otras artes, como el cine y el videoarte. También colaboró con artistas de la talla de Michael Haneke, Bob Wilson y Peter Sellars, entre otros. Además planteó estrategias en el sistema de entradas, como cambiar el formato de abonos y rebajar los precios.

Dirigió el Festival de Salzburgo entre 1991 y el 2001. Estuvo al frente de la Opera de París del 2004 al 2009. El 2010 llegó al Teatro Real, de Madrid, de donde fue destituido el año pasado por una polémica entrevista, quedando como consejero artístico.