Muere Harry Reems, el mítico protagonista de Garganta Profunda
El actor, que llegó por azar a la cinta pornográfica más célebre, falleció a los 65 años.
Fue su gran triunfo, pero también su maldición. Tras protagonizar en 1972 Garganta profunda, película que abrió el género pornográfico a la masividad y que hasta hoy es considerada un fenómeno cultural, Harry Reems quedó acorralado por el prejuicio y -aunque apareció en más de 100 filmes posteriores con una trama parecida- nunca pudo dar el salto al cine más convencional, iniciando un paulatino retiro que remató en excesos y depresión severa.
Un espiral que el pasado martes 19 tuvo su desenlace definitivo: a los 65 años, el estadounidense falleció de una serie de complicaciones derivadas de un cáncer de páncreas, según informó su esposa, Jeanne Sterrett. El sitio del deceso fue el hospital de veteranos de guerra situado en Salt Lake City, hasta donde llegó hace algunos días, tras varias décadas batallando con su adicción al alcohol y las drogas.
Un oscuro presente que guarda un pasado intenso: luego de nacer en Nueva York bajo el nombre de Herbert Streicher, se integró sin mayor éxito a la Marina de su país, desde donde saltó a probar suerte en la floreciente industria cinematográfica de los 70. Desde ahí buscaba el karma que lo atormentó hasta el final de sus días: ser considerado un actor de fuste. Casi como un giro macabro, su arribo a Garganta... no guardó relación ni con méritos frente a la cámara ni con los dotes físicos exigidos por el circuito triple X. Fue una absoluta casualidad.
Para el proyecto, el realizador Gerard Damiano lo contrató como director de iluminación y encargado del aparataje técnico. Como el actor original no se presentó, el realizador le propuso a Reems ocupar su puesto, quien de inmediato aceptó la oferta, básicamente por las penurias económicas que atravesaba por esos días, según relató años más tarde.
Su papel de doctor, junto a la actriz Linda Lovelace, le hizo ganar una celebridad que no estaba en sus pronósticos -la cinta tuvo una recaudación de US$ 50 millones-, aunque también una polémica explosiva: acusado de obscenidad y ofensa a la moral, la justicia estadounidense lo sentenció a cinco años de cárcel, castigo que fue abucheado públicamente por editoriales de diversos medios y por figuras como Jack Nicholson y Warren Beatty, que iniciaron una campaña a su favor.
La condena fue revocada. Pero no sus penurias: en 1978 fue contratado para aparecer en la película Grease pero, a última hora, sus productores echaron pie atrás, ya que no quisieron comprometerse con un nombre rodeado por la controversia. Se retiró de la industria porno para siempre, se quedó sin hogar, se convirtió al cristianismo y en 1989 inició un tratamiento que le permitió trabajar como agente inmobiliario. Alejado de las sábanas cinematográficas, apenas como una figura de culto y sin nunca cumplir el sueño de convertirse en una figura respetada.
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