Tres matrimonios, seis hijos, más de 50 títulos nobiliarios, dominio de cinco idiomas, un patrimonio de miles de millones de dólares y más de 15 nombres. Son los números que dan forma a la figura de Cayetana, duquesa de Alba, que falleció en Sevilla este jueves a los 88 años.
Cayetana de Alba había ingresado en la Clínica Sagrado Corazón de Sevilla el asado domingo, tras sufrir una gastroenteritis, una afección respiratoria causada por una neumonía y una arritmia cardíaca.
Si bien los médicos confiaban en la naturaleza fuerte de la aristócrata española, su cuerpo no pudo resistir este último embate después de un año plagado de diversas afecciones e ingresos hospitalarios.
El martes la duquesa había sido trasladada a su residencia sevillana del palacio de Dueñas por petición expresa de ella y sus familiares.
Murió rodeada de sus hijos y de su marido, Alfonso Díez.
Niñez y adolescencia de exilios
Nacida en el palacio de Liria de Madrid el 28 de marzo de 1926, Cayetana -la XVIII duquesa de Alba- era hija de Jacobo Fitz-James Stuart y Falcó -duque de Alba y de Berwick- y María del Rosario de Silva y Gurtabay, marquesa de San Vicente del Barco.
Fue bautizada en la capilla del Palacio Real de Madrid el 17 de abril de 1926, apadrinada por los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia.
Su madre enfermó de tuberculosis y apenas pasó tiempo con ella, para evitar un posible contagio. Así, Cayetana cultivó una estrecha relación con su padre, de quien heredó su gusto por la cultura y el arte.
Con la proclamación de la Segunda República en España en 1931, Cayetana se exilió con su familia en la capital francesa, París; al estallar la Guerra Civil española en 1936, la familia se trasladó a Londres, Reino Unido, donde Cayetana entró en contacto, entre otros, con el nieto de Leon Tolstoi, Winston Churchill e Isabel II, antes de que fuera reina de Inglaterra.
Los seis hijos que deja -Carlos, Alfonso, Jacobo, Fernando, Cayetano y Eugenia- los tuvo con el primero de sus tres maridos: Luis Martínez de Irujo, un noble e industrial de profesión, que falleció en 1972.
Seis años más tarde, Cayetana se casó con el teólogo y exsacerdote jesuita Jesús Aguirre, de quien también quedó viuda, en 2001.
El último matrimonio lo contrajo con Alfonso Díez, funcionario público, en 2011, año en que donó a sus hijos su herencia personal e histórica, de la que es usufructuaria hasta su fallecimiento.
Récord nobiliario y de nombres
De acuerdo a la tradición de algunas familias españolas de poner varios nombres a sus vástagos de acuerdo con el santoral católico, la duquesa de Alba tenía una lista de nombres difícil de memorizar: María del Rosario Cayetana Paloma Alfonsa Victoria Eugenia Fernanda Teresa Francisca de Paula Lourdes Antonia Josefa Fausta Rita Castor Dorotea Santa Esperanza Fitz-James Stuart de Silva Falcó y Gurtubay.
De todos ellos, ella se quedó con Cayetana, y en tono cariñoso había quien la conocía como "Tana" o "Tanuca".
La revista Forbes le atribuyó un patrimonio de US$3.500 millones, lo que la convertía en la tercera mujer más rica de España.
Además, según el Libro Guinness de los récords, era la persona con más títulos nobiliarios del mundo, más de 50.
Cuenta la leyenda que la duquesa de Alba tenía el privilegio de no tener que hacer una genuflexión delante del Papa y que gozaba de prioridad diplomática respecto a reyes y nobles.
La duquesa era descendiente directa del rey Jacobo II de Inglaterra a través de un hijo ilegítimo y bastardo, James Fitz-James, que dicho rey tuvo con su amante Arabella Churchill.
Amande del arte y la cultura, se entregó con particular dedicación al flamenco y los toros.
Controvertido matrimonio
La duquesa de Alba rara vez dejó indiferente a nadie. Copó titulares y numerosas páginas de la llamada prensa rosa, si bien con el paso de los años fueron sus hijos quienes tomaron el relevo y aparecieron profusamente en las páginas de las publicaciones del corazón, especialmente los más jóvenes: Cayetano y Eugenia.
Sin embargo, el último de los escándalos lo protagonizó ella misma y se produjo cuando contrajo matrimonio con Alfonso Díez, 24 años menor que ella.
Los comentarios de la prensa rosa insinuaban que Díez, a quien tildaban de vividor con un modesto salario, sólo pretendía heredar la fortuna de la duquesa.
Los hijos de Cayetana se opusieron también públicamente a la boda.
La mujer, que nunca aceptó que le dijeran lo que tenía que hacer, resolvió el dilema haciendo donación de su herencia en vida y pudo celebrar su matrimonio desafiando a los críticos y especuladores con un inolvidable baile público en las calles de su adorada Sevilla.