Mientras se preparaba para enfrentar el juicio que lo llevaría a prisión por 27 años, Nelson Mandela, líder de la resistencia al apartheid sudafricano, quiso ver a una mujer blanca. Empezaba 1964 y él trabajaba en las palabras que diría en el banquillo de los acusados. Quiso hablar con Nadine Gordimer, en esos días una joven escritora a la que le habían censurado la novela Un mundo de extraños, por retratar las diferencias entre blancos y negros. El mito dice que Gordimer editó el famoso discurso que dio Mandela, Un ideal por el que estoy dispuesto a morir, pero ella contó que sólo hablaron. Tres décadas después, a los pocos días de salir en libertad, él volvió a llamarla.

Amigos y cómplices por décadas, mientras Mandela llevó adelante una revolución pacífica que terminó con la segregación racial en Sudáfrica, Gordimer dedicó más de 40 años a escribir sobre las contradicciones e injusticias sociales en su país. Ganadora del Premio Nobel de Literatura en 1991, la autora de El conservador y La hija de Burger, entre otras novelas, murió el domingo en su casa, en Johannesburgo. Estaba junto a sus hijos. Tenía 90 años. Hace dos había publicado su último libro, Mejor hoy que mañana.

Hija de inmigrantes judíos europeos, Gordimer nació el 20 de noviembre de 1923, en Johannesburgo. Creció en un ambiente blanco protegido e inició su carrera literaria en los albores del apartheid (1948-1994). No pudo evitar integrarlo a su obra. Una de las grandes "guerrilleras de la imaginación", la llamó el poeta Seamus Heaney. Tres de sus primeros libros fueron censurados, pero ella prefirió no considerarse una escritora política. "Yo soy africana y el color de la piel no importa. El apartheid cambió mi vida como ser humano, pero no fue lo que me hizo escritora. No soy política por naturaleza, pero uno jamás está aislado de su sociedad", dijo Gordimer. "Mi intento siempre ha sido escribir la verdad", añadió.

ESCRITURA EPICA

Estaban en la casa de Antonio Skármeta. Había escritores australianos y sudafricanos. También varios locales. A inicios de noviembre de 1998, la velada avanzaba en conversaciones amenas hasta que, de pronto, la misma Gordimer preguntó en voz alta: "¿Ustedes los chilenos no bailan?". Entonces, la cena se transformó en fiesta. "Bailó como trompo como dos horas", recuerda el autor de Ardiente paciencia. "Me apena su muerte. Además de ser una gran escritora, era una mujer muy cálida, muy distinta", añade.

Ya era toda una estrella cuando llegó a Chile. Vino invitada al encuentro Escribiendo el Sur Profundo, que impulsó Ariel Dorfman y se realizó durante la Feria del Libro de Santiago de 1998. "Los escritores debemos luchar por hacer de la libertad una realidad. Eso no llega con sólo un poco más de educación ni con las leyes. Hay que trabajar en ello cada día", dijo Gordimer, ya entonces un emblema de la lucha por la libertad.

Autora de una "magnífica escritura épica de gran beneficio para la humanidad", según la Academia Sueca, Gordimer recibió la mayor parte de su educación en su casa -su madre temía que tuviera un "corazón débil"- y sólo estudió un año en la universidad. Publicó sus primeros relatos en revistas y en 1949 editó el volumen Face to face. En 1951, con la ayuda de un agente en EE.UU., la revista The New Yorker imprimió un cuento suyo. Su primera novela, The lying days, apareció en 1953.

La relación de Gordimer con la censura empezó en 1956, al relatar la historia de un inmigrante británico que conoce las diferencias entre blancos y negros en Sudáfrica, en la novela Un mundo de extraños. Las autoridades afrikáners la prohibieron durante 12 años. La novela El desaparecido mundo burgués, en tanto, fue censurada por una década. Entraba en la resistencia al apartheid, a través de la esposa de un activista que se suicida.

En los 60, Gordimer se unió al partido ilegal Congreso Nacional Africano. Fue así como en 1964 llegó hasta la cárcel para empezar una amistad con Mandela. Paralelamente, su nombre comenzó a ser reconocido en el mundo. En 1974 ganó el Premio Booker por El conservador, la historia de un empresario blanco empeñado en que nada cambie en su país. Las autoridades sudafricanas seguían temiéndole: en 1979 censuraron su novela La hija de Burger.

Narradora inspirada en Camus, Eudora Welty y E. M. Forster, Gordimer atravesó los 80 escribiendo contra el apartheid y en 1990 editó La historia de mi hijo. Con Mandela en la presidencia, mantuvo sus preocupaciones políticas y apoyó la lucha contra el sida en su país. En su novela final, Mejor hoy que mañana, retrata la sociedad sudafricana en democracia. Fue, como siempre, una novela crítica. Más que una escritora politizada, creía que los novelistas debían buscar el sentido de los conflictos. "Vivimos en una época de terror que confronta al hombre y que le oscurece, proyectando largas sombras que le impiden descubrirse a sí mismo. Nosotros podemos buscar las causas profundas de la barbarie", aseguró.