Quince niños murieron tras recibir una vacuna contaminada en una región aislada del sureste de Sudán del Sur anunció el Ministro de Salud sursudanés Riek Gai Kok.
"El equipo de vacunación no respetó las normas de seguridad aprobadas por la Organización Mundial de la Salud" declaró el ministro en rueda de prensa.
Según lo que informó la autoridad, fue utilizada una sola jeringa durante la campaña contra el sarampión que duró cuatro días y que en total se vacunó a unas 300 personas.
"La reutilización de la jeringa, denominada de reconstitución, implica que esta última está contaminada, y luego contamina a su vez los frascos de la vacuna contra el sarampión e infecta por ello a los niños" criticó el ministro.
La investigación, dirigida por un comité sursudanés especialista de salud con la ayuda de expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de Unicef, demostró igualmente que las vacunas administradas en la región de Kapoeta no habían sido conservadas respetando las reglas de la cadena de frío, lo que favoreció su contaminación.
Tras esta negligencia los niños empezaron a morir a partir del 2 de mayo, mientras que otros 32 sufrieron síntomas que incluyeron vómitos, fiebre y diarreas, aunque sobrevivieron.
Además, según Riek Gai Kok, el equipo sanitario empleó a niños de 12 años para vacunar. "Utilizar a niños de 12 y 13 años es inaceptable, vamos a descubrir cómo pudo suceder, pero no tiene nada que ver con una posible falta de personal" aseguró.
"Esta lección que hemos aprendido hoy no debe impedir continuar con las vacunaciones, las vacunas son seguras cuando se siguen las instrucciones" dijo por su parte el director de la OMS en Sudán del Sur.
Según las directivas de la OMS, la vacuna contra el sarampión debe ser almacenada en un lugar protegido de la luz, y en una temperatura entre 2 y 8ºC.
"Este año han muerto 70 niños a causa del sarampión en diferentes partes del país" advirtió el ministro.
La epidemia de sarampión que sufre Sudán del Sur es una nueva catástrofe humanitaria para un país que en 2013 cayó en una guerra civil, dos años y medio tras su independencia, que ha causado decenas de miles de muertes y más de 3,5 millones de desplazados.
La hambruna, consecuencia directa del conflicto, afecta a más de 100.000 personas en ciertas zonas del país y amenaza a un millón.