Luego de la muerte de al menos 74 personas al término de un partido de fútbol en la localidad costera de Port Said la sociedad y el mundo político de Egipto arremetió contra la junta militar gobernante por no impedir el peor suceso de violencia desde la caída de Hosni Mubarak.

Al menos mil personas resultaron heridas ayer después de que el equipo local Al Masry venciera al visitante de El Cairo, Al Ahly, el club más exitoso de Egipto.

Políticos airados denunciaron la falta de seguridad en el partido y acusaron a los líderes militares de permitir, o incluso provocar, los disturbios. Los Hermanos Musulmanes, el grupo islámico que domina el Parlamento, dijo que hubo una mano "invisible" detrás de los sucesos.

Las calles de la ciudad permanecían en calma al amanecer, con apenas presencia policial o militar.

"La junta militar quiere demostrar que el país se dirige al caos y la destrucción. Son hombres de Mubarak. Están aplicando su misma estrategia cuando dicen 'o nosotros o el caos'", dijo Mahmoud el-Naggar, un técnico de laboratorio de 30 años, y miembro de la Coalición de la Juventud Revolucionaria en Port Said.

"Abajo con la junta militar", corearon miles de egipcios en la principal estación de tren de El Cairo, donde se reunieron con aficionados heridos a su regreso de lo que un ministro calificó como los peores sucesos violentos en la historia del fútbol egipcio.

Cientos de manifestantes se congregaron en el exterior del edificio de la televisión pública y para hoy hay marchas convocadas por toda la capital.

El general Mohamed Husein Tantawi, de 76 años, que dirige la junta militar gobernante, ofreció inusualmente una entrevista por teléfono a un canal de televisión, la cadena deportiva propiedad del club Al Ahli, y prometió investigar los hechos. "Estas cosas pueden suceder en cualquier lugar del mundo, pero no dejaremos que quienes están detrás de estos hechos se salgan con la suya"apuntó. El Ejército anunció tres días de luto nacional.

No obstante, sus comentarios no aplacaron la ira de los fans que, como muchos egipcios, están furiosos porque Egipto se haya convertido en un país sin ley con frecuentes episodios de violencia letal casi un año después de que Mubarak fuera derrocado y sustituido por un consejo militar.

Igual que en anteriores brotes, los disturbios rápidamente se volvieron políticos. El Parlamento tiene previsto celebrar una sesión de emergencia a lo largo del jueves para debatir el suceso.

"El pueblo quiere la ejecución del general de campo", cantaban los hinchas en la estación. "Queremos garantizar sus derechos, o morir como ellos", dijeron mientras los cadáveres de las víctimas eran bajados de los trenes.

VACIO DE SEGURIDAD

La invasión del campo al término del encuentro provocó el pánico entre la multitud en medio de la lucha de las aficiones rivales. La mayoría de las muertes se produjeron por pisotones y aplastamientos por la estampida que causó el pánico, o bien gente que fue empujada o se cayó desde lo alto de las gradas, dijeron testigos y miembros de los equipos sanitarios.

Las imágenes de televisión mostraron cómo algunos agentes de seguridad en el estadio no hacían nada por impedir la invasión del campo. Un efectivo fue filmado, mientras las personas saltaban al campo, hablando por el móvil.

Varios políticos y ciudadanos egipcios airados acusaron a los oficiales que aún están en sus puestos tras la caída de Mubarak de complicidad en la tragedia, o al menos de permitir un vacío de seguridad que ha facilitado la propagación de la violencia en los últimos 12 meses.

"Las fuerzas de seguridad hicieron esto o permitieron que pasara. El jefe del régimen ha caído pero sus hombres aún están en sus puestos", dijo Albadry Farghali, un miembro del Parlamento en Port Said, gritando en una llamada telefónica en directo a la televisión.

AL AHLY
La "mano invisible" de la que hablan Los Hermanos Musulmanes sólo puede pertenecer a las fuerzas de seguridad, directamente vinculadas a Mubarak y, en opinión de los partidos islamistas y liberales, deseosas de castigar a los seguidores radicales del equipo cairota Ahly por su importante participación como fuerza de choque en las manifestaciones contra la dictadura, apunta el diario español El País.

Los simpatizantes del Al Ahly Jugaron un papel muy importante en la defensa de la Plaza Tahrir de El Cairo, el corazón de la revuelta, cuando hombres a lomos de camellos o caballos cargaron contra los manifestantes el año pasado. El jueves es el aniversario de la tristemente famosa carga de camellos del 2 de febrero.

"Todo lo que ha ocurrido no ha sido por el juego. Es político. Estaba orquestado por la junta militar para ir contra los 'Ultras'", dijo Abdulah el-Said, un conductor de 43 años en Port Said.

"La junta militar quería castigar a los ultras por apoyar a los manifestantes desde el principio de la revolución", agregó.

Aún así, muchos egipcios siguen viendo al Ejército como el único garante de la seguridad. Cuando un grupo de activistas coreaban eslóganes contra el Ejército en el exterior de un hospital, un hombre se encaró diciendo: "La seguridad tiene que volver a las calles. Basta ya de todas esas protestas que provocan este vacío de seguridad", gritó.

Los Hermanos Musulmanes, cuyo Partido de Justicia y Libertad logró la mayoría en el Parlamento, atribuyeron a una mano "invisible" la violencia y dijeron que las autoridades fueron negligentes.