EN UN incidente ocurrido la mañana del domingo, personal del Zoológico Metropolitano debió sacrificar, a través del uso de un arma de fuego, a uno de los tres tigres blancos que hasta ese momento tenía el recinto, luego de que el felino, en circunstancias que se están investigando, atacara a su cuidador mientras éste se encontraba realizando labores de mantención y limpieza en su jaula.

La muerte del tigre generó el rechazo de agrupaciones de defensa de los animales, quienes criticaron el actuar de los funcionarios del lugar y los protocolos utilizados por el parque para enfrentar emergencias de este tipo. Sin embargo, a medida que se van conociendo detalles de lo sucedido, no quedan dudas de que el proceder de los trabajadores del zoológico que intervinieron en el hecho fue el correcto, ya que existía un claro riesgo de que el cuidador perdiera la vida. Frente al deber de salvar a su compañero y sin margen de tiempo para esperar el efecto de dardos tranquilizantes que inmovilizaran al felino, la decisión adoptada por los operarios fue justificada.

Las críticas que han recibido en los últimos días los trabajadores del recinto parecen injustas y equivocadas. Por el contrario, la rapidez con que reaccionaron y la pronta ayuda que le entregaron al funcionario herido, dan cuenta de que existía un protocolo de seguridad para episodios críticos y que éste se implementó de manera oportuna y eficaz.

No obstante, es fundamental que se indaguen cuáles fueron las eventuales fallas de procedimiento que llevaron a que el tigre tuviese contacto con el cuidador y lo atacara, porque, si bien este es un accidente aislado y lamentable, se deben adoptar todas las medidas de seguridad necesarias para prevenir su ocurrencia.