Acompañado por los altos mandos del Ejército, el Presidente de Zimbabwe, Robert Mugabe, no dimitió ayer como se había anunciado sólo horas antes, y durante un mensaje televisado insistió en "la necesidad de llevar a cabo acciones para devolver" al país "a la normalidad". Así, desafió la decisión de la Unión Nacional Africana de Zimbabwe-Frente Patriótico (Zanu-PF) que en la mañana de ayer lo destituyó como su líder y le dio menos de 24 horas para renunciar como jefe de Estado o enfrentar un juicio político, en un intento por forzar un final pacífico a sus 37 años en el poder.

Cuando muchos zim- babwenses se disponían a salir a celebrar en las calles la dimisión de Mugabe, el mandatario de 93 años dijo en un discurso televisado que reconocía las críticas en su contra desde el Zanu-PF, los militares y el público, pero no comentó sobre la posibilidad de apartarse del poder. "El congreso (del partido gobernante) debe realizarse en las próximas semanas y voy a presidir los debates", dijo Mugabe, desafiando así las presiones del Ejército, la calle y su partido para que renuncie.

Saliendo al paso precisamente de las masivas manifestaciones celebradas el sábado en la capital de Zim- babwe y otras ciudades del país para que dimita, Mugabe instó a "resolver nuestras diferencias con dignidad y disciplina" al considerar que los zimbabwenses son "un pueblo predispuesto a la paz". También reclamó que el país no se "deje llevar por la amargura" y dijo que "tiene en cuenta" todas las quejas formuladas por diferentes estratos de la sociedad y por su propio partido.

Asimismo, reconoció que la economía nacional "pasa por un bache" desde la hiperinflación de 2008, que provocó que Zimbabwe perdiera su propia moneda, y anunció que inauguraba "una nueva era de cultura de paz" con el "compromiso de darle la vuelta" a esta situación.

Acerca del alzamiento militar del martes pasado, Mugabe indicó que "nunca ha representado una amenaza contra nuestro orden constitucional ni contra mi autoridad como jefe de Estado, ni siquiera como comandante en jefe de las Fuerzas Armadas".

Sobre las purgas en su partido, como la del ex vicepresidente Emmerson Mnangagwa, que desencadenaron la intervención militar, Mugabe apuntó que la formación "estaba fallando" en el cumplimiento "de sus propias reglas y procedimientos".

Poco antes del discurso de Mugabe, el partido gobernante había declarado que éste debía renunciar como Presidente para el mediodía de hoy o ser sujeto a un juicio político. El Comité Central de la Zanu-PF también expulsó a la esposa de Mugabe -su eventual sucesora- y nombró como jefe partidista a Mnangagwa, quien había sido destituido por Mugabe. En un sorprendente giro, el partido añadió que el ex vicepresidente será su candidato para las elecciones de 2018.

Ante la negativa de Mugabe de dejar el poder, la apertura de un juicio político podría darse a partir de mañana, cuando el Parlamento reanude su actividad. Los legisladores pondrán "definitivamente" el proceso en marcha, dijo el jefe del principal partido de la oposición a The Associated Press. Innocent Gonese, del partido MDC-T, explicó que hubo reuniones con el gobernante Zanu-PF para actuar de forma conjunta. "Si Mugabe no se ha ido para el martes, entonces, tan seguro como que el sol sale por el este, se activará el proceso de juicio político", dijo Gonese.b