En Chile las mujeres dedican al día en promedio 5,89 horas a trabajo no remunerado, es decir al trabajo doméstico en el hogar, a cuidar a los integrantes de la familia, al trabajo no remunerado para otros hogares, y al voluntariado.

Los hombres en cambio, ocupan sólo 2,74 horas a esas tareas, según revela la Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo (ENUT) del Instituto Nacional de Estadísticas (INE).

Las cifras dan una visión país sobre la carga de trabajo según género. En 2009 el INE realizó un primer acercamiento con la Encuesta Exploratoria de Uso del Tiempo, que sólo consideró el Gran Santiago y que mostró que mientras las mujeres de 12 años y más, destinaban 4,24 horas al trabajo no remunerado, los hombres declararon 2,40 horas diarias.

Siete años después, dice el INE, el evidente predominio femenino en las labores del hogar se mantiene, con actividades socialmente feminizadas y otras masculinizadas. Así ellas participan más en limpieza de ropa y calzado (70,4%) y en cocinar (59%). Mientras las reparaciones menores del hogar (80,3%) y compras domésticas (45,9%), son realizadas por hombres.

A nivel regional, los hombres de la Región del Maule son los que menos tiempo destinan a labores domésticas, con solo 1,24, mientras que los de la Región de Los Ríos son quienes más tiempo ocupan, con 2,31 horas.

Francisco Aguayo, psicólogo experto en masculinidad, director de EME, dice que para muchos hombres participativos esos datos son incómodos. "Pero son los datos globales, y si en algunos casos hay distribución equitativa, no es la norma general".

La mayoría, agrega, no comparten las tareas de cuidado, ni las tareas domesticas.

Ello ocurre, dice el psicólogo, porque es una problemática que está invisibilizada. Muchos piensan que no existe y para otros, "está bien, que a las mujeres les corresponde ocuparse de cuidar de los hijos y tareas de la casa".

Sin embargo, dice Aguayo, ese desequilibrio en las tareas es grave. "Impacta en la salud mental de las mujeres. Ellas están más estresadas y con problemas de pareja porque quieren que compartan las tareas, y ellos se resisten o no saben cómo hacerlo".

Socialmente, el trabajo es un ámbito donde existe consenso de las desigualdades de género, "pero no ocurre lo mismo en la familia", dice Lorena Godoy, del Programa Estudios Psicosociales del Trabajo U. Diego Portales y del Centro de Estudios de la Mujer.

"Si en la familia no hay percepción de desigualdad, la modificación de conductas será lenta, no hay conciencia de que es algo que deba ser modificado", advierte Godoy.

Lo que predomina, dice, es que todo el ámbito doméstico y reproductivo sigue estando asociado a las mujeres, "pese a que cada vez más se integran al mercado laboral".