La final del Mundial de Clubes, que se juega hoy, en Marrakech, se desarrolló con días de anticipación, debido al juego propuesto por Real Madrid y San Lorenzo, tanto en declaraciones cruzadas como con la presión hacia la FIFA por el arbitraje.
La fricción que teóricamente propondrá el Ciclón, para contrarrestar el fútbol lírico de los merengues, tuvo eco en un alto dirigente. El presidente del club argentino, Matías Lammens, afirmó, sobre el encuentro: "No será violento. El Madrid no debe temer un juego violento. Al contrario, San Lorenzo debe tener cuidado con Pepe".
El DT Edgardo Bauza no escondió sus cartas y confirmó que alineará el mismo esquema (4-1-4-1) que venció a Auckland City.
Antes del duelo, el árbitro fue tema para los argentinos. Públicamente, manifestaron que les gustaba que el chileno Enrique Osses dirigiera el lance. En parte, el gallito lo ganaron, ya que será un juez latinoamericano quien conducirá el partido: el guatemalteco Walter López. "Si ellos están más tranquilos con el árbitro que han puesto, les felicitamos", dijo un irónico Sergio Ramos.
Apelando al conocido fanatismo del Papa Francisco por San Lorenzo, Ramos aportó con la siguiente frase: "El Real Madrid es el equipo de Dios y del Mundo". Como para seguir incendiando un encuentro que tendrá en Marruecos una marea azulgrana. Cerca de diez mil fanáticos argentinos están en África para presenciar la final.
El partido se juega a las 16.30 horas de Chile.