Cámaras de alta velocidad capaces de hacer cien fotografías por segundo, paneles sensibles en las piscinas que dirimen quién es el nadador que llega en primera posición o plataformas que detectan el último impulso antes del salto. Todo eso es parte de la tecnología que se utiliza en el Mundial de natación de Barcelona, donde los errores en el cronometraje están prácticamente olvidados.

A pocos metros de la piscina del Palau Sant Jordi, en una sala escondida cerca de las gradas, un equipo de nueve personas de Omega, la empresa encargada del cronometraje y el manejo de datos en la competición, son capaces de detener el tiempo para dilucidar, con total precisión, cualquier situación dudosa que pueda producirse. 

Su responsable, Peter Hürzeler, muestra con orgullo el que es uno de los grandes avances en este sentido: "La natación es el único deporte en el que es el deportista el que para el tiempo por sí mismo. En el resto, se cruza una meta. Aquí, es él mismo quien la toca". 

Hürzeler se refiere a los 'touch pads', los paneles sensibles de 90x40 centímetros situados en ambos extremos de la piscina y que señalan el orden de llegada de los nadadores al instante. 

El deportista detiene él mismo el cronómetro, mediante una presión de entre 1,5 y 2,5 kilos sobre los paneles sumergidos en los extremos de cada calle de la piscina, que hunde el panel hacia dentro dos milímetros. Lo mínimo para hacerlo insensible al impacto de los movimientos del agua, para evitar confusiones.

"Tenemos que ser realmente correctos en nuestro trabajo. Es muy importante para los atletas calcular el tiempo con precisión. Esto no es fútbol. Aquí no hay discusión. Todo está claro", dice Hürzeler.

Aunque no siempre es así. En la primera jornada de la competición de natación, la española Judit Ignacio quedó eliminada en el desempate que tuvo que disputar con la japonesa Natsumi Hoshi al quedar igualadas en la decimosexta plaza en las series de 400 metros libre, exactamente con el mismo tiempo. 

El sistema de Omega permite calcular las milésimas de segundo, pero las normas de la Federación Internacional de Natación (FINA) obligan solo a tener en cuenta las centésimas, por lo que ambas tuvieron que jugarse el pase a la final. 

Precisamente, en ese duelo entre ambas, la española y la japonesa parecieron llegar también con idéntico tiempo, pero una cámara sacaba de dudas: una última brazada de la japonesa le hacía tocar el panel justo antes, mientras Ignacio apenas llegaba a rozarlo. 

La última decisión siempre la tienen los árbitros, pero esas cámaras de alta velocidad, capaces de captar cuatro veces más imágenes por segundo que una normal, pueden ser claves, además de ser totalmente clarificadoras para los millones de espectadores que siguen esta competición en todo el mundo.

Se extingue todo margen de error, aunque también es una posibilidad aceptada. En los 4x100 libre, el equipo español quedó eliminado al saltar uno de sus nadadores, Juan Miguel Rando, en la tercera posta antes de lo permitido. 

Rando se adelantó en 0.08 segundos cuando el margen consentido es de 0.03, una mínima concesión en favor de los atletas y los espectadores. Un error bajo control dentro del camino hacia la precisión total, en un deporte en el que el trabajo de años puede acabar dependiendo a veces de una simple centésima de segundo.