Una de las posturas más consistentes que ha mostrado Donald Trump desde que lanzó su candidatura a mediados de 2015 es su rechazo a las políticas económicas de China, país al que ha acusado de manipular el yuan y de realizar prácticas comerciales anticompetitivas.
En esta línea, el presidente electo de Estados Unidos amenazó con establecer aranceles de hasta 45% a los productos hechos en el gigante asiático, advertencias que podrían convertirse en realidad dadas las nominaciones que Trump ha anunciado para dos puestos clave en materia comercial.
Peter Navarro, quien liderará el nuevo Consejo Nacional de Comercio, y Robert Lighthizer, quien será el representante de la Oficina de Comercio, son conocidos por sus duras críticas hacia China y han respaldado la idea de aplicar impuestos para proteger a las industrias estadounidenses.
Tras el nombramiento de Lighthizer esta semana, el gobierno chino advirtió que si Washington toma alguna medida en su contra, ellos responderán.
"Hay flores alrededor de la puerta del Ministerio de Comercio de China, pero también hay grandes palos escondidos adentro. Ambos esperan a los estadounidenses", aseguró en un editorial el jueves el diario estatal chino Global Times.
Herramientas
En medio de esta escalada en la retórica, ¿es posible que el mundo esté ad portas de una guerra comercial entre las dos mayores economías? Los especialistas estiman que sí.
"Probablemente se desarrollará una guerra económica comercial entre los dos países", aseveró Ann Lee, profesora adjunta de economía y finanzas de la Universidad de Nueva York.
Scott Kennedy, subdirector del Freeman Chair en estudios de China del Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS, su sigla en inglés), espera que "la administración de Trump presione mucho más agresivamente a China para abrir aún más sus mercados a la inversión y los bienes estadounidenses".
Además de aplicar aranceles a los productos chinos, la Casa Blanca podría utilizar otras herramientas, como presentar casos de antidumping y anti-subsidios tanto en EE.UU. como en la Organización Mundial de Comercio y expandir el uso de normas de seguridad nacional para restringir la inversión china en el país del norte.
Si Trump aplica alguna de estas medidas, "la respuesta de China iría mucho más allá de alzas en los aranceles", sostuvo en un informe Mark Williams, economista jefe para Asia de Capital Economics.
Según el experto, las firmas estadounidenses que operan y fabrican sus artículos en China estarían sujetas a mayores regulaciones, lo que dificultaría su capacidad para hacer negocios ahí. Además, el gobierno apoyaría a los exportadores a través de devoluciones de impuestos. A su juicio, una gran devaluación del yuan podría ser usada como medida de último recurso.
Cabe señalar que EE.UU. ya aplica sanciones antidumping a 102 productos de China, mientras que este país hace lo propio con 34 bienes estadounidenses.
Efectos
Los expertos están divididos sobre quién tiene más que perder en una potencial guerra. Lee declaró que "todos perderán en ese tipo de escenario" y que "basta mirar lo que sucedió en el comercio económico en la antesala de la Segunda Guerra Mundial".
Sin embargo, la experta, autora del libro "Lo que EE.UU. puede aprender de China", prevé que la potencia occidental podría terminar más dañada. El país "sufrirá una alta inflación además de un alto desempleo si sigue ese camino, ya que EE.UU. importa casi todo y exporta muy poco fuera de la agricultura y armas militares", advirtió.
Por el contrario, Kennedy, del CSIS, acotó que la economía china es más vulnerable que la estadounidense y, por lo tanto, "es más probable que enfrente problemas económicos severos como resultado de este conflicto".
En cualquier caso, los efectos no se limitarían sólo a estos dos mercados. En un informe publicado hoy, Ethan Harris, economista global de Bank of America Merrill Lynch, afirmó que "el mayor riesgo para la economía global este año es una intensificación de las tensiones comerciales entre EE.UU. y China".
Explicó que "ambos países son cruciales para las cadenas globales de suministro y los mercados globales, por lo que una gran batalla sería un gran juego de saldo negativo".