Es un espectáculo que precede a otro. En calle Agustinas, los trabajadores del Sindicato Técnico del Teatro Municipal sostienen pancartas, pegan carteles en los pilares y mantienen una carpa azul para enfrentar los 25 grados de calor. Algunos metros al interior, en el escenario principal del teatro, cantantes rusos y chilenos protagonizan una tragedia lírica sin vestuario ni escenografía. Los encargados de aquel rubro son justamente los técnicos en huelga.
Aunque aún quedan tres funciones de la ópera hasta el jueves, tal vez nunca lleguen ni los trajes ni los decorados. En este momento no hay diálogo entre los técnicos y las autoridades, quedando esta ópera "semi escenificada" como la postal de un conflicto que entró ayer a su sexto día.
La primera huelga que enfrenta el director del Teatro Municipal Frédéric Chambert desde que asumió a principios de 2016 ha tenido como consecuencia directa la oferta de una ópera en condiciones de emergencia. De mantenerse la situación, podría caer la misma suerte en la ópera Aida, programada desde el sábado 4 de noviembre.
En este cuadro de tensión laboral gatillado por la negativa de las autoridades a un reajuste salarial del 3,5 % (ofrecen un 1,1 %), la opción de la ópera "semi escenificada" es la salida más manejable, pero hay un aspecto que no cuadra: no se ha entregado al público la posibilidad de optar a la devolución de la entrada de Lady Macbeth de Mtsensk, considerando que el espectáculo que se presenta no es el que originalmente se anunció.
Consultados por la situación, en el Teatro Municipal afirman que al público que compró tickets para la ópera de Shostakovich se le envió un mail de disculpas y se le dijo que en la temporada 2018 se les compensaría de alguna manera, aunque sin especificar el tipo de canje.
Precisamente el lanzamiento oficial de los conciertos en ópera, ballet y orquesta del 2018 se realizará hoy en la mañana en el Municipal. Será un anuncio de características históricas: es el primero diseñado totalmente por el director Frédéric Chambert y será hecho en medio de las manifestaciones de los trabajadores técnicos, que se mantienen todo el día en el frontis del teatro.
Abonados descontentos
La rutina diaria del Municipal desde hace seis días es la función de Lady Macbeth en su interior y las consignas verbales y escritas de los sindicalizados en el exterior. Los ruidos de la protesta se filtran hacia el escenario y conviven a veces dos propuestas sonoras. Aún así ambas realidades parecen disociadas y el público que asiste a la ópera ha aceptado en general la propuesta de emergencia, sin pifias ni abucheos. Sólo hay más deserción de la sala que lo habitual.
A pesar de que los elementos escénicos de la obra de Shostakovich son mínimos en la "semi escenificación", aún se ha debido necesitar personal. Esto, según la presidenta del Sindicato Técnico, Emelyn Valenzuela, es impropio. "Hemos presentado un reclamo en la Dirección del Trabajo, porque entendemos que es ilegal reemplazar a los técnicos durante una huelga", dice la dirigenta del organismo que agrupa a 90 de los 470 trabajadores del coliseo. Aunque el resto de los sindicatos aceptó las condiciones de reajuste, al menos el coro ha manifestado su apoyo a sus colegas técnicos, participando en las protestas.
Entre los abonados, en general bastante enfáticos a la hora de expresar su rechazo a cantantes y escenografías que no son de su agrado, sí hay algunos que están descontentos con la opción de la semi-escenificación, desarrollada por el régisseur argentino Marcelo Lombardero.
"Creo que se debería dar algún tipo de compensación monetaria. Uno lleva años y años comprando la misma ubicación y lo hace con la intención de que las óperas mejoren, pero pasa esto. Me llegó sólo un mail informativo del teatro, pero nada más", dice el ingeniero Alberto Catán.
Opera con una concepción casi cinematográfica, Lady Macbeth retrata la historia de una mujer noble que se enamora de uno de los sirvientes de su esposo en la Rusia del siglo XIX. Estrenada en 1934, necesita una puesta en escena sólida, sobre todo porque no es de fácil llegada al público.
"Las óperas en versión de concierto o semi-escenificadas son habituales en el mundo, pero en este caso lo que se da es prácticamente un tercio de lo que se acordó con el teatro", cuenta Hugo Valdivia, abogado abonado desde hace 32 años. "Lo correcto es que se redujera el precio (una entrada, por ejemplo, puede llegar a costar hasta $ 128.000). Además, esta ópera en particular requiere una descripción escénica de lo que está pasando. Yo estuve cinco minutos, no entendí mucho me fui. Distinto es si fuera una ópera barroca o del repertorio italiano".