Sus paredes, literalmente, sostienen el peso de su propia historia. Con más de 200 años, el edificio de Plaza de Armas, que alberga al Museo Histórico Nacional (MHN), se levantó en 1808 como Real Audiencia, para luego ser sede del Primer Congreso Nacional, Casa de Gobierno, Intendencia de Santiago y oficina de Correos. Testigo de las decisiones y hechos políticos más importantes de Chile desde el siglo XIX al XX, el palacio colonial nunca dejó de funcionar. Hasta ahora.
A mediados de 2014, el museo iniciará su transformación más radical: sus puertas serán cerradas por lo menos por dos años, para la construcción de un nuevo edificio contemporáneo de 2.625 metros cuadrados.
Hace un mes, la Dibam dio a conocer el resultado del concurso público: los arquitectos Diego Aguiló y Rodrigo Pedraza ganaron con el diseño de un gran cubo translúcido que sumará salas de exhibiciones y depósitos, repartidos en dos niveles subterrá- neos. "El museo está carente de espacio y los nuevos depósitos tendrán altos estándares y un fácil acceso, lo que permitirá rotar mejor la colección", cuenta Pedraza. "El nuevo espacio será también un hall público, que se unirá como un gran paseo desde la Plaza de Armas, atravesando el patio central del museo".
No será el único espacio que el museo entregará a la ciudad. La Torre del Reloj, levantada en 1872 por el entonces intendente, Benjamín Vicuña Mackenna, fue restaura- da y será abierta como mirador público a partir de febrero de 2014. Será el primer hito de la renovación.
Un nuevo guión
Claro que los cambios no son sólo a nivel de infraestructura. Desde su llegada, en 2011, el director Diego Matte planea la reformulación completa del guión curatorial del museo, que hoy sólo llega hasta el golpe de Estado de 1973. "La exposición permanente tiene varias deudas con la historia de Chile, creo que está muy focalizada en los objetos más que en contar los procesos históricos y el punto es que no somos un Museo de Artes Decorativas", señala Matte.
"Hay falencias, por ejemplo, en el tema de los pueblos indígenas, que sólo están representados en la primera sala. Falta incorporar el tema regional, abordar mejor el rol de la mujer, el de los movimientos sociales o la Iglesia", agrega el director.
Ya ha habido avances. Desde el 2012, el museo celebra el Wiñol Tripantu o Año Nuevo mapuche y también se realiza, para septiembre, una chingana con degustación de chicha, dulces y bailes típicos. Además, en agosto pasado se realizó, por primera vez, una serie de jornadas de reflexión en torno al guión curatorial que reunió a historiadores y figuras como la presidenta de la CUT, además de directores de otras instituciones, como el Museo Histórico Militar y el Museo Mapuche de Cañete. Los resultados se analizarán para modificar la curatoría, con miras al 2016, cuando se reabra el museo.
"Hubo críticas duras, como que éste es un museo machista y provinciano. Con algunas concordamos, lo importante aquí es debatir. Creo que los museos deben estar dispuestos a ser discutidos por la comunidad. La idea de un museo como un templo de verdad es obsoleta. Por supuesto que hay hechos objetivos e innegables, pero también existe la libre interpretación de la historia. El museo debe ser más un lugar de reflexión", señala Matte.
El primer experimento se inició con la muestra Memoria y registro 11.09.73, abierta hasta este domingo, que conmemora los 40 años del Golpe militar. En ella se dispusieron vitrinas vacías, que acogerían objetos donados por el público que estuviesen vinculados con ese momento histórico. También se dejaron libros en blanco para que la gente escribiera sus testimonios. "Los primeros días hubo mucha euforia, recibimos varias visitas y donaciones, pero después del 18, la gente se olvidó. De todas formas, hubo gente que valoró la oportunidad de contribuir con su historia al museo", cuenta el director.
Entre los más de 30 objetos recibidos hay cartas enviadas por presos en las oficinas de Chacabuco, fotografías y hasta un sombrero que perteneció a Salvador Allende. Todo será ingresado a la colección del MHN y se unirá a otras adquisiciones que se hagan de objetos, pinturas y documentos del siglo XX. "La idea es que la curatoría avance más allá del 1973. Por ahora no podemos adquirir muchos obejtos, porque estamos faltos de espacio, pero con los nuevos depósitos comenzaremos a saldar las deudas pendientes con la colección", concluye.