¿Cómo hizo para afeitarse en medio de la selva? Esa es la única pregunta que la exposición Tarzán! elude. Del resto, podría decirse que está todo: novelas, cómics, películas, fotografías y otras expresiones artísticas que reflejan la popularidad del héroe en taparrabos y eternamente lampiño, creado en 1912. La muestra, organizada por los museos franceses Quai Branly, Louvre y Orsay, incluye una serie de objetos africanos provenientes de las colecciones de estos museos.

El hombre-mono se convirtió en un fenómeno literario desde su creación, hace 97 años, bajo la pluma de Edgar Rice Burroughs, prolífico autor inglés.  Los críticos establecieron de inmediato nexos entre Mowgli, personaje que Rudyard Kipling había creado 20 años antes. Sin embargo, Edgar Rice Burroughs alegó que nunca había leído El libro de la selva y que se había inspirado en la leyenda de Rómulo y Remo, sobre la fundación de Roma. En la exposición están las ediciones originales de la novela Tarzán en diferentes idiomas.

La saga tuvo una veintena de novelas. Las aventuras podían mezclar indistintamente el Amazonas, los dinosaurios, la Atlántida, los vikingos y otras criaturas aún más improbables, como los onono, una tribu de hidrocefálicos, o el malvado clan africano de los hombres-leopardos.

El fenómeno fue traducido al cine a través de 42 películas, en cuyas tramas el colonialismo se mezclaba con un temprano mensaje de conservación de la naturaleza. Una de las secciones más apetecidas de la muestra es la galería de fotos de los 15 actores que encarnaron a Tarzán, liderado por Johnny Weissmüller. El más famoso de los tarzanes del cine y  ex campeón olímpico de natación se volvió loco y murió, en 1984, en una clínica de Acapulco. Se creía Tarzán y llamaba a su enamorada por el nombre de Jane. Ese mismo año, el poeta chileno Enrique Lihn encabezó un funeral simbólico: mientras todos los asistentes, entre ellos el escritor Francisco Coloane, debían comer plátanos, el féretro fue lanzado al río Mapocho. En paralelo, se levantaban carteles donde se leía "Avanzar sin Tarzán".

La exposición francesa también derriba un mito del personaje: el famoso grito del hombre-mono no es humano, sino una mezcla de varios gritos de animales.

Otra muestra de la vigencia de esta historia está en Inglaterra: entre las novelas finalistas del Booker Prize 2009 figura Me Cheeta, de James Lever, suerte de autobiografía cómica que cuenta la historia de la fiel mascota de Tarzán.