En las cercanías de Copenhague, Dinamarca, la semana pasada un pasajero de un tren interurbano se puso alerta tras ver a un joven aparentemente musulmán, leyendo concentradamente un ensayo titulado "Estados Unidos, tras el 11 de septiembre". La maleta negra que cargaba, cuyo contenido no alcanzó a divisar, terminó por convencer al pasajero de que debía llamar a la policía, reportando a un sospechoso joven "con barba". A partir de ese momento se inició una persecución del hombre, cuyo rostro captado por las cámaras de vigilancia fue expuesto en sitios de internet y en la televisión nacional. Cuando el sorprendido pasajero se descubrió en las pantallas de la TV, y supo que era el centro de una búsqueda que tenía en vilo a la ciudad, optó por llamar a la policía y esperar a los agentes en un baño de la Universidad de Copenhague. Así fue como Alisiv Ceran, alumno de 21 años de dicha casa de estudios -y que finalmente sólo cargaba una impresora en la maleta- se convirtió en el rostro visible del creciente problema que acusan los ciudadanos europeos que profesan el islam desde que los yihadistas, muchos provenientes del Viejo Continente, acapararon la atención mundial con la decapitación de rehenes en el contexto de su avance en Irak y Siria: el de la discriminación y las agresiones a las comunidades musulmanas, muy similar a lo que ocurrió en Estados Unidos tras el atentado a las Torres Gemelas de 2001.
"Todo el mundo piensa que somos todos terroristas", dice Ceran al periódico estadounidense The Washington Post. "Creo que esto que me ocurrió muestra que el miedo a los musulmanes aquí va en aumento", sentencia.
El matutino señala que si bien tras el 11 de septiembre de 2001 los miedos de la comunidad estaban ligados con Al Qaeda, hoy el temor se concentra en los jóvenes musulmanes, producto de los altos índices de reclutamiento por parte del Estado Islámico (EI) en países europeos.
Otro botón de muestra de estas agresiones se vivió en Alemania hace una semana: una manifestación en Colonia que pretendía protestar pacíficamente contra el salafismo (movimiento que reivindica el retorno a los orígenes del islam) culminó con enfrentamientos con la policía en medio de consignas como:"No queremos a ninguno". Docenas de personas terminaron heridas.
"Este es el momento en el que los críticos del islam están aprovechando de agredir a los musulmanes sin control", dijo el presidente del Consejo Islámico de Alemania, Alí Kizilkaya.
En una entrevista con el periódico libanés As-Safir, Michael Privot, jefe de de la Red Europea contra el Racismo, señaló este mes que "los musulmanes europeos están sintiendo mucha presión social para explicar lo que está pasando (en Medio Oriente). La presión los sigue al trabajo, la escuela o a cualquier ambiente social donde estén". Según un informe citado por ese organismo, sólo en Francia, antes de la irrupción del Estado Islámico, los actos de Islamofobia aumentaron un 47% en 2013 en relación a 2012.
En mayo de 2013, tras el asesinato de un soldado británico a manos de dos islamistas en una calle de Londres, una ciudadana de religión musulmana que ayuda a su hermano a manejar una tienda de ropa islámica, dijo a The Washington Post que le habían reventado las llantas de su auto, y le dejaron el mensaje: "Vuelve a tu casa", escrito en el parabrisas.
Ahora, con el fin de bajar los temores de ex yihadistas británicos desencantados que no se atreven a volver al país porque pueden ser detenidos, el presidente de la Cámara de los Comunes de Reino Unido propuso que estos jóvenes vuelvan y, con ayuda del gobierno, intenten disuadir a otros que quieran unirse al Estado Islámico.
Dinamarca, país de 5,4 millones de habitantes, cobija una población de 200 mil musulmanes, que representan el 3% del total, mientras la población musulmana en Francia rondaría el 7% y en Alemania el 5%.