Historia pura es la que se podría escribir en el primer Masters 1000 de la temporada sobre arcilla. Hace instantes, Rafael Nadal (7º) se impuso al belga David Goffin (13º) por parciales de 6-3 y 6-1 en 1 hora y 29 minutos de juego y alcanzó la final de Montecarlo. En la final, lo espera su compatriota Albert Ramos (24º) quien a primera hora derrotó por 6-3 5-7 y 6-1 al francés Lucas Pouille (17º). De vencerlo, alcanzaría los 50 trofeos sobre arcilla, uno más que Guillermo Vilas, con el que hasta ahora, comparten la cima de los máximos ganadores en la historia sobre esta superficie. Pero la historia hoy, se escribió así.
David Goffin entró al Court Rainier III con actitud agresiva y eso se vio reflejado de inmediato. En el primer juego, tuvo dos posibilidades de quiebre pero Nadal sacó adelante la tarea. Sin embargo, enseguida, el preclasificado número 10 del torneo, no desaprovechó y tras una derecha en la red del español, consiguió el quiebre, que fue ratificado tras un drive ancho de su rival. Rostro preocupado en el multicampeón de Montecarlo, y de su banquillo, también.
Goffin encontró estirar la ventaja en el juego corto de Nadal quien con su derecha, no lograba hacer el mismo daño que contra Alexander Zverev o Diego Schwartzman. Pero fue en el sexto game donde Nadal encontró un respiro pero con ayuda del juez de silla Cédric Mourier de Francia. Cuando el marcador era de 3-2 y ventaja para su rival, golpeó de derecha y la pelota fue dudosa. El juez cantó larga pero el juez de silla, la validó como buena e hizo repetir el punto. Y el ex número 1 del mundo, quien no acostumbra dejar pasar las oportunidades, tras eternos 18 minutos de juego logró el quiebre. Empatados a 3. El partido cambió y la cabeza de Goffin se fue de Montecarlo.
En ese vaivén de pensamientos del belga tras la situación, el español lo aprovechó para volver al partido y consiguió hilvanar 3 juegos consecutivos y llevarse el primer set por 6-3 en 59 minutos de juego. Goffin con rostro ofuscado, seguía reclamando la situación, pero ahora, al referí oficial del torneo. No había marcha atrás y las pifias del público caían en contra de la máxima autoridad.
En la segunda manga, el partido fue otro y Goffin estuvo lejos de mostrar la actitud del comienzo. Ya no era el jugado agresivo e intenso. Fue en ese bajo momento, cuando Nadal apretó y consiguió el quiebre para adelantarse por 2-1. Mirada al cielo del belga como pidiendo una explicación del vuelco del partido. Y su situación empeoraría tras entregarle otro quiebre a su rival con una volea que dejó en la red. Con el marcador 4-1 y saque para el español, no hubo más partido porque todos los intercambios quedaban en manos de quien está ad-portas de inscribir su nombre en la historia.
El passing a la carrera de Nadal le daba el triunfo por 6-3 y 6-1. Goffin, tras el partido, le negó a Cédric Mourier. Ofuscado, se retiro entre aplausos por el público quienes evidenciaron en primera fila su fallo.
Mañana, el español buscará convertirse en el mejor jugador de la historia sobre tierra batida. Además, de ser el único tenista que consigue 10 títulos en un mismo torneo. Ramos, su compatriota, el único que puede prohibirle ese sitial en lo que será la cuarta final entre dos españoles en el Príncipado tras las disputadas en 2002, 2010 y 2011.