La Philippe Chatrier fue otra vez testigo de una historia que quedará en la memoria del mundo tenístico. Y el protagonista una vez más, fue Rafael Nadal (4°). El mallorquín consiguió su décimo Roland Garros tras vencer al suizo Stanislas Wawrinka (3°) por 6-2, 6-3 y 6-1 en dos horas y cinco minutos de juego. La historia se escribió así en París.

Nadal apareció en una nueva final tras sólo haber cedido 29 games. Sus rivales pasaron y pasaron y ninguno estuvo cerca de si quiera, robarle un set. Su juego agresivo que implantó durante las dos semanas quedó reflejado hoy. En el primer parcial, Wawrinka tuvo la primera opción. Con el marcador 2-1 en su favor, dispuso de una bola de quiebre. Pero no. Rafa cerró la puerta con un certero servicio que tuvo como respuesta un revés largo y acto seguido, generó cuatro oportunidades de quiebre pero el suizo escapó. Fue su única huída porque cuando sirvió 2-3 entregó su servicio. Con un ritmo frenético, el nueve veces campeón se hizo de la primera manga por 6-2 en 42 minutos de juego. Y la estadística es brutal cuando esto ocurre en Roland Garros: 71 victorias y 0 derrotas.

Con el ritmo aplanador que caracteriza al español, consiguió rápidamente el quiebre en el segundo juego. No le daba respiro. Su revés andaba de maravilla y fue el tiro que generó aperturas para meterse dentro de la cancha y mandar con la derecha. En ello basó su estrategia: lograr tirar hacia atrás a su rival y rápidamente ganar tiempo para mandar dentro del campo. Ocurrió a la perfección. Su rival no entendía nada y buscaba explicación mordiendo una pelota.

Los chispazos de Stan aparecieron con la cuenta 0-3. Fue cuando cortó una racha de siete juegos cedidos y enseguida, generó una luz de esperanza para revertir la situación con un 15-30. Pero Nadal nunca se salió del plan que plasmó desde el primer punto. Con su revés cruzado conseguía generar aperturas y luego ejecutar de forma paralela al espacio vacío. Y en esa estrategia fue cuando consiguió tener a Wawrinka corriendo dos metros detrás de la línea de base y no entregándole la iniciativa. Escapó de la situación y dejó las acciones 4-1.

El público intentó echarle ánimo al suizo pero cada vez que alguna luz aparecía, Nadal las apagaba con tiros increíbles porque mantuvo su servicio con un ace y dejó las cosas 5-2. A esa altura, el retador lentamente veía como desaparecían sus opciones pero con orgullo propio y una derecha letal se hizo del juego para entregar la presión de cerrar el set a su rival. Pero si de presión se habla en Roland Garros, el diez veces campeón se hace a un lado y la deja pasar. Es como si no entendiera el concepto porque cerró su juego en 15 tras un certero saque que vio como el revés de Wawrinka se iba por ancho. Nervios de acero. Y si la estadística del primer set era brutal, con la que debía remar ahora el suizo era aún peor para sus aspiraciones: 165 victorias y sólo 1 derrota para Rafa cuando ganó los dos primeros set. Fue ante Fabio Fognini en el Us Open 2015.

Tras acabar el segundo set, el suizo fue al baño. Buscaba alguna forma de volver al partido, de intentar encontrar respuestas pero cuando volvió, en dos minutos ya estaba quiebre abajo. La derecha cruzada de Nadal le dio la posibilidad de arrancar 1-0 en el tercer set. Incesante el ritmo del multicampeón de París. No bajó la alta intensidad nunca y eso a la postre fue desgastando a Wawrinka que, en el tercer juego, generó un 0-30. El público quería ver más tenis y por eso alentó sin cesar al suizo. Pero al otro lado de la red, ese ímpetu fue adormecido porque con una exquisita derecha cruzada, Rafa dejaba 3-1 el marcador y tras una derecha larga del suizo, la bandera de lucha no existió. El doble quiebre fue irrecuperable para el retador. No hubo más lucha. Se acabó la tregua.

A continuación, Nadal mantuvo su juego y dispuso de dos puntos de partido. En el primero,  Wawrinka zafó pero la leyenda no te perdona dos veces. Tras una volea en el aire desde la mitad de cancha que quedó en la red, Rafa se lanzó al piso. En sus manos tenía la décima copa de Roland Garros y en los libros de la historia del tenis, un espacio ya tiene esta relación entre Rafael Nadal y París. Histórico.