Es el pez que trae el desastre: Namazu, el mito japonés que en Oriente ha servido para explicar decenas de terremotos y tsunamis. Un animal temible y que en el norte chileno tiene un símil: el Kalule, una criatura que nada más llega a las costas de Tocopilla se transforma en el anuncio de toda clase de desgracias, entre ellas una que sólo es posible de contar por el final: "La historia del pueblo se detuvo a las 14.26 horas de una tarde soleada y ventosa de finales de diciembre".
Así parte Namazu, tercera novela de Rodrigo Ramos Bañados (Antofagasta, 1973), cuyo foco es la antesala de lo que será el gran terremoto anunciado para el norte. Situado en Tocopilla, el relato está centrado en Hiromu, un científico japonés que llega a la ciudad a probar su gran invento: una máquina capaz de predecir sismos. Lo secunda Kasunoki, su asistente peruano-japonés, un personaje estrafalario y en las antípodas del escudero fiel que acompaña al héroe en su aventura. Aunque en este caso, más que andanzas, lo que hay en la novela de Ramos Bañados es un relato claustrofóbico, lleno de claves y alusiones tanto a la cultura pop como a las leyendas y tradiciones del norte costero. Todo situado en una ciudad que lo ha pasado mal, pero que su gente quiere con pasión y se niega a abandonar, pese a las advertencias, al menos en la novela, de que será allí el lugar donde ha de ocurrir el cataclismo que cambiará el paisaje.
"Primero abordé esta historia como reportero", comenta el autor, que viene del periodismo. "Hice varias crónicas después del terremoto de 2007. Observé y me nutrí de la realidad de Tocopilla, una ciudad que arrastra una depresión económica desde hace años. Me asombró un desfile en la plaza donde participaba gran parte de las 'fuerzas vivas', como llaman por acá; todos orgullosos de haber nacido ahí. Luego un importante político local me dijo, entre nos, que era mejor que el pueblo desapareciera. Ahí la historia me hizo clic".
Ese desfile está en la novela y se presenta como una interminable galería de personajes entrañables. Autor de las novelas cortas Alto Hospicio y Pop, Ramos Bañados aborda literariamente una ciudad que hace noticia por los extremos: por los problemas sociales y por Alexis Sánchez, aunque también por Alejandro Jodorowsky.
"Tocopilla tiene una historia de catástrofes. Ha vivido aluviones y terremotos; a esto hay que sumar la crisis post salitre. Hoy tiene una de las tasas más altas de cáncer a nivel nacional. Un grupo, Los Golpes, compuso la canción Tocopilla triste, que se canta como un himno y con emoción. A pesar de todo, los más antiguos prefieren quedarse en la ciudad. Los jóvenes prefieren emigrar. Otros quieren ser como Alexis, apuestan por el fútbol como salvación".
¿Hay en Tocopilla rasgos comunes a las ciudades del norte?
Tocopilla está en el medio de la carretera que une a Antofagasta e Iquique, dos ciudades pujantes por la minería y comercio. Si pasas por Tocopilla, te detienes, comes algo y sigues. El terremoto de 2007 la dejó en el suelo. Hoy parece a medio construir. Hay gente que vive en campamentos frente al mar, esperando casas. En un liceo se hace clases en contenedores. Los enfermos de cáncer deben atenderse en Antofagasta. Puede resumirse que a diferencia de las ciudades citadas, la población de Tocopilla decrece.
En esta novela y en Pop, la anterior, están muy presentes la inmigración y los choques culturales. ¿Son éstos elementos distintivos a la hora de identificar al nuevo norte?
Antofagasta, por lo menos, parece un gran aeropuerto o terminal de buses atiborrado de gente. Llegan más personas de las que salen. De la oficina de inmigración brotan a diario largas filas de inmigrantes de países limítrofes. Buscan trabajo y tranquilidad, y la ciudad lo ofrece. Este nuevo norte, como le llamas, es un caldo de cultivo, un lugar multicultural, donde colisionan cientos de historias de vida, lo que es un desafío para los cronistas. Sin embargo, también brota la xenofobia en la medida en que la gente no descifra o no quiere adaptarse a la nueva realidad, hay mucha ignorancia; culpan de lo malo, la delincuencia, a los colombianos, por ejemplo. La inmigración actual puede ser comparable a la de los primeros años del salitre.
¿Qué significa para un escritor nortino vivir en una zona que lleva décadas esperando una catástrofe?
La espera genera tensión. Se vive pensando que en algún momento llegará el célebre cataclismo. A veces se echa al olvido la idea, pero aparece un matinal, aparece Salfate, y otra vez sonsacan ese destino. Al final, todos sabemos que ante un gran movimiento hay que arrancar al cerro. Eso está grabado en el inconsciente colectivo.