Quien haga clic en el sitio del Bafici (el Festival de Cine Independiente de Buenos Aires, que parte mañana), verá que del otro lado de la cordillera no la pueden creer. "A pellizcarse, que es real: el director italiano [Nanni Moretti] será uno de los invitados especiales de esta edición del festival", se lee en la página, agregando que se trata de su primera vez en Argentina.
Por estos lados, en tanto, hubo también varios encantados con la posibilidad de conocer a un realizador, actor, guionista y productor que nunca antes se había apersonado. Anecdóticamente, eso sí, ocurrió antes que en el Bafici (el cineasta vuela hoy a Buenos Aires) y esta primera vez del director de Habemus Papam y Mia madre no tuvo galas ni alfombras festivaleras: se inscribió en un programa académico con fama de traer escritores internacionales de renombre y que, desde hace un tiempo, le hinca el diente a los cineastas.
Hoy, a las 18.30 y ante un público que desbordó el auditorio de la Facultad de Arquitectura UC, donde se suelen efectuar estos encuentros, Moretti (1953) sostuvo una conversación con el escritor Alan Pauls en el marco del programa La Ciudad y las Palabras, dependiente del Doctorado en Arquitectura y Estudios Urbanos de la U. Católica. Con el apoyo de la Embajada de Italia y del Instituto Italiano de Cultura, la actividad permitió, a los más fans, asomarse a la persona detrás del personaje (ése que llamaron en los 90 el Woody Allen italiano). Y al resto, tomar las distintas hebras que informan una de las filmografías europeas más estimulantes de los últimos 40 años.
Hecho de palabras, aparte de imágenes, Moretti resultó tan persuasivo y verboso como se lo ve en sus películas (en dos de las cuales, Caro diario y Aprile, interpreta a un cineasta llamado Nanni Moretti). Y así como repasó hitos y recodos de una filmografía más bien frugal -12 películas en cuatro décadas-, se detuvo en las múltiples funciones de sus variados oficios y dejó ver sus pareceres respecto del arte al que le ha consagrado la mayor parte de su vida.
El ambiente ya se había preparado. Hace una semana, tres críticos locales discutían en público la obra del cineasta en la facultad donde hoy se presentó. Y días antes, culminaba en el Instituto Italiano una retrospectiva de cuatro filmes, para ponerse al día y/o para refrescar la memoria. Ahora sólo faltaba la palabra de Moretti. Y ahí estuvo.
Reírse de uno
Entró Moretti, en medio de aplausos que semejaron una ovación, a un auditorio lleno hasta los pasillos. Entró de buen semblante y no tardó en hacer gala de su sentido del humor. Cuando Alan Pauls anunció unas palabras acerca de lo "morettiano" -cómo ciertas improntas artísticas derivan en adjetivos reconocibles-, el realizador declaró inmediatamente: "No soy un experto", causando ruidosas carcajadas en la audiencia. Pauls le replicó que él sí lo era. "Cómo te envidio", retrucó el italiano.
Entre una cosa y otra, sin embargo, y a instancias de su contraparte, el cineasta se allanó a admitir que efectivamente lo morettiano existe. Que hay un estar adentro y afuera del mundo que se retrata, visible sobre todo en la primera mitad de su filmografía, y que es distintivo de sus realizaciones. Pero es importante, añadió, que tener un sello "no se convierta en una jaula".
Contó también Moretti acerca de la eventual función terapéutica del cine. Dice que no la hay: cuenta, por ejemplo, que no hizo Mia madre para llevar mejor el luto por la muerte de su progenitora; pero agrega que al menos han salido algunas películas de ahí.
Admirado del cine autoral de los 60 -de los hermanos Taviani al Free Cinema británico-, confidenció que un filme que lo marcó a fuego es La mujer de la próxima puerta, de Francois Truffaut (1981), pues le enseñó la importancia de las emociones. "Tras emocionarme yo, quise involucrar emocionalmente a los espectadores de mis películas", agregó. Ello, porque "mi trabajo de espectador siempre ha incidido en mi trabajo de cineasta". Asimismo, explicó lo de ser "autosuficiente" que deja ver el título de su primera película (Soy un autárquico, 1976). Su idea, cuenta, fue mostrar la autosuficiencia sentimental y sexual de su protagonista, "pero el publico y la crítica han entendido que soy autárquico porque lo hago todo solo (dirigir, actuar, producir, distribuir, etc.). Yo no le he querido negar". La gente volvió a reír y Moretti sonrió acto seguido.