Venus, el planeta más cercano a la Tierra, está a menos de la mitad de la distancia hacia Marte, sin embargo, el planeta rojo es el eterno candidato a un viaje tripulado y eventual colonización. La superficie del planeta, aunque fría y seca, es más parecida a la de la Tierra. Venus, en cambio, más cercano al Sol, alcanza los 500 °C y la presión a nivel de la superficie es 92 veces superior a la de nuestro planeta. Por eso se ha descartado.
Sin embargo, un análisis del Centro de Investigación Langley, encargado de llevar a conceptos las ideas de misiones de la Nasa, sugiere que un viaje tripulado a Venus no es imposible y que, de hecho, tendría sentido hacerlo antes de ir a Marte. La clave sería explorar desde la atmósfera, sin bajar a la superficie.
"La gran mayoría de las personas, cuando oyen la idea de ir a Venus y explorar, piensan en la superficie, donde es lo suficientemente caliente como para derretir el plomo y la presión es la misma que si estuviera casi un kilómetro bajo el océano", dijo Christopher Jones, investigador de la subdirección de análisis de misiones espaciales, a Spectrum, revista del Instituto Internacional de Ingenieros Eléctricos y Electrónicos (IEEE). El experto asegura que la atmósfera es mucho más hospitalaria y se podría abordar operar desde allí por un tiempo.
A 50 kilómetros sobre la superficie de Venus, la atmósfera es un poco más liviana que la de la Tierra y la gravedad también es más baja. La temperatura alcanzaría unos 75 °C, 17 grados más que lo máximo que se ha registrado en la Tierra. En Marte, al contrario, la presión atmosférica es menos de cien veces la de la Tierra y la gravedad, un poco más de un tercio que en nuestro planeta. La temperatura promedio es -63 °C. Pero lo que destacan es que la cantidad de radiación a la que un humano estaría expuesto en Venus sería similar a estar en Canadá. En Marte, es 40 veces superior.
Entre las ventajas que los analistas del centro Langley le otorgan a una misión a Venus está su duración. El viaje de ida y vuelta, más un mes de exploración, tardaría en total 440 días y, de haber problemas, la misión podría abortarse y volver de inmediato. Ir a Marte tardaría entre 500 y 900 días, pues es necesario esperar un alineamiento orbital favorable para poder volver, por lo tanto, no hay posibilidad de volver anticipadamente.
Las alternativas propuestas por el equipo incluyen el envío de un robot a la atmósfera para comprobar su estado, tras ello, podrían partir humanos por 30 días. Misiones posteriores podrían durar un año en una especie de nube flotante.
Uno de los vehículos propuestos es un dirigible lleno de helio e impulsado por energía solar. La versión robótica sería de 31 metros, mientras que una tripulada de 130, pues debería incluir un módulo habitable y un vehículo de subida que los astronautas podrían utilizar para volver a la órbita de Venus, y a la Tierra.
Una misión a Venus "es complementaria a los planes actuales de Marte. Hay cosas que hacer para una misión a Marte, vemos un camino un poco más fácil a través de Venus", dijo Jones. Se necesita experiencia en hábitats de larga duración fuera del sistema Tierra-Luna, en aerofrenado y aerocaptura y el procesamiento de dióxido de carbono, entre otras, y Venus podría ser un objetivo para esas pruebas.
"Si hacemos Venus primero se puede obtener una ventaja sobre el avance de las tecnologías y esas capacidades antes de hacer una misión a Marte a escala humana. Es una oportunidad para hacer una sesión de práctica, si se quiere", indicó Dale Arney, coautor del estudio.