Natural marca registrada
El estilo de vida más natural ha ganado adeptos entre los padres y sobre todo las madres y los jóvenes, quienes se inclinan por menos vacunas, antibióticos, y comida sin pesticidas. El comercio, el retail, las clínicas y las farmacias están empezando a responderle a este nuevo consumidor.

En las últimas semanas, la polémica por la aprobación en la Cámara de Diputados de la ley que prohíbe el suministro de las vacunas que contienen Timerosal se ha apoderado de los noticiarios. Los efectos sobre la salud de este compuesto que hoy en Chile se usa en la inmunización contra enfermedades como la difteria, el tétanos y la influenza B o la hepatitis B levantan sospechas. Mientras médicos y políticos discuten si el compuesto causa daños neurológicos o solo son ideas sin sustento científico, en las consultas las dudas de los padres al respecto desde hace ya un tiempo que son comunes. De hecho, la cobertura de esta vacuna, que era casi universal, cayó casi en 10 puntos porcentuales entre 2008 y 2011, y quedó en alrededor del 90% de la población.
Lo de las vacunas puede estar reflejando un fenómeno más amplio, porque parte de esas familias que están dejando de vacunar a sus hijos han empezado a pedir hora con médicos antroposóficos, que utilizan remedios naturales y coinciden con los que buscan terapias alternativas para suprimir fármacos o que invierten en comida orgánica. Son gente con niños chicos, que optan por un estilo de vida más natural, es decir, prefieren productos orgánicos, evitan -en la medida de lo posible- los remedios y están dispuestos a pagar más o tomarse más tiempo para conseguir productos menos procesados ya sea comida, cosméticos o ropa.
No es un mercado de unos pocos excéntricos o un nicho de gente que quiere renunciar a la vida en la ciudad. "Son pocos los hippies que vienen para acá. En su mayoría son extranjeros o padres jóvenes profesionales", dice Guillermo Boldrini, pediatra antroposófico del Centro Médico Equinoxxio. En muchos casos, la llegada de los niños es la puerta de entrada a este mundo que aspira a una vida más libre de tóxicos.
El mercado ha detectado su existencia y les está ofreciendo alternativas. Tal como ya pasó hace décadas en algunos países europeos, hoy aquí el retail, los supermercados, las farmacias, las universidades y clínicas le están abriendo las puertas a productos que antes se vendían en pocas tiendas chicas y ofrecen servicios para cumplir con sus expectativas.
EL PARTO A MEDIDA
La epidural liberó a las mujeres del dolor en el parto. ¿Quién podría en estos tiempos, entonces, querer abstenerse de ella? Varias. Hace 10 años, cuando Pascale Pagola comenzó siendo doula, es decir, acompañante de mujeres en los nacimientos, tuvo que pedirles como un favor a tres embarazadas que la dejaran instruirlas en los beneficios de un parto más natural y sin anestesia. Ahora la demanda por los talleres de cinco sesiones que realiza para preparar parejas para este aumentó y tuvo que crear dos grupos paralelos de seis parejas cada uno,porque hay más gente que cree que este método que implica prepararse para el parto favorece el apego y la lactancia. "Los acompañamientos de doulas se han triplicado en 2013", dice Macarena Mardones, doula de Ecología del Nacer. También se triplicaron los partos en la casa.
Es imposible dar una cifra oficial porque no existe un catastro de nacimientos sin anestesia y aunque siguen siendo pocos, varios especialistas coinciden en que hoy más hombres y mujeres quieren opinar sobre cómo van a nacer sus hijos. "La palabra del médico ya no es ley", dice Michelle Sadler, especialista en antropología del nacimiento de la Universidad de Chile. Hay embarazadas que piden un parto sin epidural. Otras piden en cuclillas, en el agua, en la casa o con doulas. Las clínicas tradicionales han invertido para responder: en marzo, por ejemplo, la Clínica Alemana, donde tienen de dos a tres partos sin anestesia al mes, comenzará a capacitar el equipo médico para que ayude a que sea la mujer la que elija cómo quiere que sea el proceso, siempre bajo normas de seguridad, ya que hay muchas solicitudes que no son posibles de realizar por riesgosas. "Las mismas peticiones de las mujeres han hecho que nos cuestionemos si algunas cosas que hacemos tienen sentido", dice Marcelo González, jefe del Departamento de Ginecología.
En tanto, en la Clínica Santa María, las matronas se capacitaron con especialistas como Michel Odent, obstetra francés y uno de los principales defensores mundiales del parto natural. En esa institución el año pasado hubo 43 partos sin anestesia y cerca de la mitad correspondió a madres primerizas. También se están haciendo esfuerzos en el sector público, como los impulsados por Karina Muñoz, jefa de maternidad del Hospital San Juan de Dios, que inició un plan piloto de voluntariado de doulas junto con Pagola. Sin embargo, estas demandas son más fuertes en los sectores altos. Según el pediatra antroposófico Guillermo Boldrini, en general el perfil de paciente que está cuestionando la medicina tradicional o alópata, no solo en los partos sino que en varios ámbitos, es el del profesional joven. Él lo ve cada día en su consulta.
LA OTRA MEDICINA
Boldrini es uno de los médicos más respetados en el mundo antroposófico. Él explica que muchas mujeres y parejas "llegan por sus guaguas. Es un camino que parte del embarazo. Ahí se plantean cómo quieren criar". Sin embargo, también hay otra vía común: padres frustrados con la medicina alópata, la cual no logra darles solución a problemas respiratorios, alergias o síndrome de déficit atencional de sus niños. Fue lo que le ocurrió a Graciela Contreras, que llegó con su hijo Martín (2) hasta la consulta de Boldrini después de ver a varios médicos y tratar sin resultado con distintos remedios que al niño se le pasara la bronquitis. "Llegan padres para los cuales la medicina académica no ofrece más que darles medicamentos uno tras otro, que tampoco les da respuesta a una mirada más trascendente", dice Carina Vaca, otra conocida pediatra antroposófica de la consulta Yohanan Therapeutés.
A diferencia de los médicos alópatas, que prefieren tratar a sus pacientes con medicamentos químicos y mantener los tratamientos naturales como un complemento, los antroposóficos apuestan a que eso sea lo central en la práctica médica. Su prioridad no es tanto tratar los síntomas de las enfermedades como llegar a su raíz, y por eso utilizan un enfoque más integral, que incluye la biografía y el entorno. "Pero si llega un paciente con asma severa, obstruido, es imprescindible combinar las dos medicinas: junto a la antroposofía, debo usar broncodilatadores y, en caso de extrema gravedad, mandarlo a un servicio de urgencia para que viva", explica el médico antroposófico Pablo Moché.
La doctora María do Socorro Cordeiro, del centro antroposófico Phoenix, comenta que en los 80 muy pocos conocían la antroposofía en Chile. "No había ni farmacias, teníamos que contrabandear los remedios para atender pacientes", recuerda. Los médicos se contaban con los dedos de la mano. Hoy hay 35 médicos en Chile y la demanda supera la oferta, porque tienen sus consultas repletas. "Estuve meses tratando de conseguir una hora", dice Graciela Contreras.
DE LA CONSULTA MEDICA A LA PELUQUERIA
A la par ha ido creciendo el interés en las llamadas "terapias alternativas" y el Ministerio de Salud ha tenido que hacerse cargo de eso: en 2005 estrenó un área de medicina complementaria. "Nos dimos cuenta de cómo se había extendido la búsqueda de otro tipo de intervenciones aparte de la medicina oficial", dice el doctor Jaime Sepúlveda, encargado del área. Gracias a esto, se miran de distinta forma. Por ejemplo en el Hospital Félix Bulnes se creó la Unidad de Tratamiento Integrativo del Dolor, que busca unir la medicina formal con el reiki, biomagnetismo y terapia floral.
Actualmente, el Ministerio de Salud tiene registradas 147 prácticas alternativas y desde el año pasado regula y fiscaliza la naturopatía, la acupuntura y la homeopatía, que son las más comunes. Eso también significa que suben los estándares para la práctica y que si hace cuatro años la tasa de reprobación en acupuntura era de 30%, hoy es de más de 40% porque hay más gente y muchos se forman deficientemente, dice Sepúlveda.
Los centros de enseñanza también han respondido al interés. En 2005 había solo tres programas académicos relacionados con medicinas complementarias. Actualmente son 39 programas en universidades, institutos y centros de formación técnica, como por ejemplo Salud Integrativa en la Universidad Pedro de Valdivia. Además, se han incluido cursos en las mallas de pregrado como un taller de medicina complementaria en la Escuela de Obstetricia de la Universidad Mayor y una asignatura de ese mismo tipo en Enfermería de la Universidad Diego Portales.
Cómo no, el interés en la medicina antroposófica, que trata muchos problemas con gotitas y homeopatía, y el auge de tratamientos alternativos y naturales también se han notado en la industria farmacéutica. Desde 2009 hasta hoy se han registrado 135 fitofármacos y productos homeopáticos o de origen natural en el Instituto de Salud Pública (ISP) y hasta se están usando con las mascotas.
El aumento del consumo de este tipo de remedios se ha masificado principalmente en los últimos cuatro años y va de la mano con la entrada al mercado de productos naturales a las principales farmacias, como la homeopatía Heel. Esta marca alemana llegó a Chile en 1998 con 20 remedios que vendían solo en una farmacia en Providencia. Hoy son 56 medicamentos que desde 2008 se comercializan en las grandes cadenas.
La cosmética natural también ha experimentado un crecimiento que la marca Weleda, cuyos productos se elaboran bajo principios antroposóficos, ha experimentado en carne propia. Llegó a Chile hace 25 años vendiendo remedios naturales. En 2001 decidieron abrirse también a productos para el pelo y cremas para el cuerpo, siendo exitosa la expansión. "Antes habían pocos interesados y ahora hay muchos que buscan una medicina más sana y también se preocupan por una cosmética 100% natural", dice Stefan Niewid, gerente general de Weleda Chile. El interés hizo que en 2003 el supermercado Jumbo les abriera las puertas a sus productos y en 2007 Salcobrand.
Esa arista aprovechó Andrés Olmos. Casi al mismo tiempo en que los productos de cosmética Weleda empezaban a crecer, creó una peluquería con su mismo nombre que no usa químicos, sino solo productos orgánicos. En estos años, la clientela ha aumentado en más del doble. Y hay otras peluquerías de este tipo como Te quiero Verde.
Los ejemplos suman y siguen: juguetes con menos plástico y más madera o ropa orgánica, especialmente de guagua. Falabella, por ejemplo, introdujo desde hace dos años vestuario de algodón cultivado sin el uso de pesticidas y aunque inicialmente empezaron con una colección esporádica en seis tiendas, hoy distribuyen en casi todo Chile.
DE LA HUERTA A LA MESA
Todo este interés en una vida más natural no se ha quedado debajo de la mesa y, por el contrario, el consumo de alimentos orgánicos ha sido visible en Chile en los últimos años. Las cerca de tres mil hectáreas orgánicas certificadas que había en 1998, en 2012 habían aumentado a 12.472, según datos del Departamento de Agricultura Orgánica de la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias (Odepa).
Mucho se va al extranjero, y hasta hace no mucho tenían pocos canales de distribución en el país. Alguna pequeña feria o algunos productores que hacían reparto a domicilio. En 2008 nació Mercado Orgánico, que comenzó funcionando en La Dehesa a varios puntos, y un año más tarde la Ecoferia de La Reina. En ese momento ahí había 10 puestos que ofrecían fruta y verdura y acudían cerca de 80 personas a la semana. Ahora son 700 clientes de distintos lugares de Santiago y 45 locales ya no solo de fruta y verdura, sino que también de alimentos y hasta detergentes.
Actualmente hay 446 productores y 227 comercializadores de este tipo de productos que ya se pueden encontrar en algunos supermercados. Unimarc, por ejemplo, tiene un programa a través del cual los proveedores regionales ingresan sus productos. La mayoría actualmente son orgánicos como hortalizas, mermeladas y vinos.
Con más materia prima en la mano, la oferta se trasladó a restaurantes de moda como La Chackra, en Sánchez Fontecilla en Las Condes. Según Paloma Clunes, su administradora, cada vez más gente le dice que busca comida orgánica porque los doctores la recomiendan y porque es parte de un cambio en su estilo de vida.
Todo esto no significa que todos los clientes de La Chackra hayan dejado de vacunar a sus hijos. Ni que todos los pacientes de una consulta antroposófica le pongan ropa de algodón orgánica a su guagua. Son fenómenos que pueden avanzar por caminos paralelos, pero son ejemplos de que en la última década ha aparecido un grupo significativo que, preocupado por la salud propia y de los hijos, está buscando alternativas para llevar una vida más natural.
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