Hace poco más de una semana, la cápsula Orion, de la Nasa, recorrió dos veces la órbita del planeta y logró volver, tal como estaba programado, en cuatro horas y media la Tierra. La hazaña fue calificada por la agencia espacial estadounidense como "el inicio de la era marciana", pues la nave, junto al sistema de cohetes SLS, fueron concebidos para realizar viajes espaciales de larga distancia, y Marte debería ser su prueba de fuego.

A pesar de la alegría que provocó, durante la semana aparecieron las primeras críticas a la futura misión. ¿Necesitamos ir al planeta rojo? ¿Vale la pena invertir tanto dinero en una misión tripulada de ese tipo?

Para la Nasa, sí. Brandi Dean, vocera del Centro Espacial Johnson, instalado por la agencia espacial en Texas, explica que ya estamos aprendiendo mucho sobre Marte con las misiones robóticas que hoy operan en su superficie con robots como el Curiosity , pero hay más por aprender. "Marte tiene evidencia de que alguna vez tuvo agua y una atmósfera, además de la posibilidad de albergar vida, entonces queremos saber qué pasó ahí", dice a La Tercera.

Charles Laing, investigador en fisiología en el Centro Aeroespacial Alemán (DLR), concuerda con la necesidad del viaje. "Carl Sagan dijo una vez que 'los dinosaurios se extinguieron porque no tuvieron un programa espacial'. Lo mismo es cierto para los humanos. Necesitamos llegar y explorar y, en definitiva, para la supervivencia de la humanidad, llegar a ser una especie interplanetaria mediante la exploración de otros mundos", comenta a La Tercera.

Aunque para llegar a esa meta se requiere tecnología que permita abastecer un viaje muy largo, dice Luis Chavarría, astrónomo de la U. de Chile e investigador del Centro de Astronomía y Tecnologías Afines (Cata). "Creo que puede ser factible  si se soluciona el transporte de abastecimiento y si sabemos las condiciones físicas en las que va a llegar la tripulación después de mucho tiempo sin experimentar gravedad", sostiene.

Una misión tripulada podría poner a prueba las tecnologías para hacer rutinarias este tipo de misiones. No obstante, científicamente "no hay mucho más que pueda lograr un hombre que no estén haciendo ya las misiones robóticas que han sido enviadas", sostiene Manuel Aravena, investigador del Núcleo de Astronomía de la Universidad Diego Portales.

Por eso, quienes critican el viaje dicen que son pocas las razones para hacer un gasto tan grande. Al continuar explorando podrían verse beneficios científicos y tecnológicos como ocurrió con las antiguas misiones a la Luna, pero hasta ahora los argumentos planteados han sido "particularmente muy vagos", dice Marco Cáceres, analista y director de estudios espaciales de Teal Group.

El otro problema es el presupuesto. "Preparar una misión a Marte toma cerca de 20 años y hay una buena posibilidad de que alguien (el presidente o el Congreso) vaya a cancelarlo o atrasarlo por muchas razones, entre ellas el presupuesto. Nadie sabe cuánto va a costar y si miras otros grandes proyectos de la Nasa, las estimaciones siempre han sido más bajas que el costo final", asegura Cáceres.

El analista calcula un costo de un millón de millones de dólares, mínimo. "Desafortunadamente la Nasa no ha presentado un buen caso sobre por qué deberíamos gastar todo ese dinero y tiempo para ir a Marte. La carrera a la Luna era más simple, era un desafío llegar primero, ganarle la carrera a los rusos, la gente podía entenderlo. No es tan claro que vayamos a tener una carrera a Marte y no será fácil, porque está muy lejos", dice.

CAPACIDAD Y VOLUNTAD

Laing agrega que para tener éxito en un viaje tripulado al planeta rojo no sólo se requerirá contar con la capacidad técnica, sino que también con una voluntad política. "Inevitablemente habrá empresas comerciales que jueguen un papel, como lo vemos en las asociaciones estratégicas de la Nasa con compañías como SpaceX. Sin embargo, creo que cualquier misión a gran escala tendrá que ser coordinada por una o muchas agencias espaciales nacionales", dice.

Dean concuerda, y dice que ya están asociados con la Agencia Espacial Europea (ESA), que construye un módulo de servicio para la próxima misión y ven oportunidades similares con otras agencias y con privados. "Al pasar a retiro la flota de transbordadores y asociarnos con privados para enviar carga y finalmente astronautas a la Estación Espacial Internacional, pusimos nuestra atención en construir algo que nos pueda llevar al espacio profundo. Históricamente esa es la manera en que ha trabajado el gobierno; podemos comenzar a desarrollar algo de la tecnología y entonces dejar que las compañías comerciales lo tomen. Ese es el caso para ir al espacio profundo, empezar nosotros y que eventualmente ellos sigan", sostiene.

James Oberg, ex científico de la Nasa y analista espacial, explica a La Tercera que son los gobiernos o sus alianzas los que tienen acceso a más recursos, por lo que su papel pionero parece razonable. "Los beneficios sociales y psicológicos de un ambicioso programa de exploración espacial tienen influencia profunda y positiva en la cultura de una nación, e incluso, del mundo entero. Creo que eso es mucho más significativo en el largo plazo que las enormes ganancias científicas y tecnológicas que también vamos a obtener", dice.