Las negociaciones de paz entre el gobierno ucraniano y los rebeldes prorrusos sobre el futuro de las regiones separatistas del este del país se reanudaron este miércoles en Minsk tras cuatro meses de suspensión.
En caso de éxito, esta reunión preliminar será seguida por una nueva ronda de conversaciones el próximo viernes.
Las reuniones "han comenzado" hacia las 14.30 GMT en la antigua residencia del presidente bielorruso Alexander Lukashenko en pleno centro de la capital y "se desarrollan a puerta cerrada", indicó el portavoz de la diplomacia bielorrusa Dmitri Mirontchik.
Al encuentro asisten el ex presidente ucraniano Leonid Kuchma y el embajador ruso en Ucrania Mihai Zurabov, junto a una representante de la OSCE, y los emisarios de las autoproclamadas repúblicas de Lugansk y Donetsk, feudos de los insurgentes.
"No hay que esperar resultados hoy. El trabajo será lanzado hoy para dar un resultado concreto el viernes por la noche", subrayó Valeri Chaly, consejero diplomático del presidente ucraniano Petro Poroshenko.
Después de un par de semanas de incertidumbre, los protagonistas han decidido finalmente sentarse en la mesa de negociaciones.
Fue el presidente Petro Poroshenko quien anunció estas negociaciones tras una conversación telefónica a cuatro con la canciller alemana Angela Merkel y de los presidentes françés François Hollande y ruso Vladimir Putin.
El portavoz gubernamental no excluyó que las negociaciones políticas prosigan luego en el formato llamado de Normandía, con la participación de Merkel, Putin y Hollande.
Además de la retirada de las armas pesadas, este miércoles se discute el intercambio de prisioneros. Los servicios de seguridad ucranianos, (SBU), anunciaron este miércoles que liberarían a 225 personas, entre las que había ciudadanos rusos.
Según fuentes ucranianas, los insurgentes aún mantienen detenidos a entre 630 y 690 personas, entre militares, periodistas, voluntarios y civiles.
Los rebeldes piden que se reanude la financiación de las zonas bajo su control, cortada por Kiev en noviembre, y reclaman un "estatuto especial" para las regiones de Donetsk y Lugansk, feudo de los separatistas.
Este estatuto estaba previsto en los acuerdos firmados en Minsk en septiembre. Según Kiev y los occidentales, los rebeldes violaron esos acuerdos al organizar a principios de noviembre elecciones denunciadas por la comunidad internacional y que las autoridades ucranianas quieren sean anuladas.