Heidrun Breier comenzó a notar que Filóctetes generaba "ruido" cuando la gente del propio medio teatral comenzó a asistir a sus funciones. "Cuando hartos vienen se corre la voz de que hay que ir a verla", dice la actriz y directora.
En ese momento pensó que quizá algún premio coronaría la obra. Y así llegó el premio Altazor 2009 a la mejor dirección para esta alemana, pareja de Daniel Muñoz y residente hace 11 años en el país. Fue el reconocimiento a un trabajo silencioso que empieza a llamar la atención y que este miércoles, con el estreno de Bajo hielo, en el Goethe Institut, busca confirmar las expectativas.
La obra es una adaptación del dramaturgo alemán Falk Richter (ver recuadro), tiene nuevamente a Daniel Muñoz como protagonista, y trata de lo que Breier define como "teatro político de frentón".
Bajo hielo examina el trabajo de tres consultores de empresas, Pablo Nadie (Daniel Muñoz), Carlos Brillo de Sol (Néstor Cantillana) y Aurelious Espejito (Gonzalo Muñoz), quienes pertenecen a tres generaciones distintas. Lo que los une es la necesidad de ser eficientes a toda prueba. "Ellos no pueden retroceder ni quedarse donde están. Deben subir o irse", explica Breier. "La obra examina cómo vivimos: el tener que ser eficientes en todo momento y tener como máxima meta el éxito laboral". El conflicto comienza cuando el mayor de ellos, Pablo, que tiene entre 40 y 50 años, está con un pie afuera. Es viejo y ya no sirve.
En Bajo hielo, Heidrun Breier aventura una puesta en escena radical y novedosa. La obra original tenía una sala de conferencias como decorado, pero la directora quiso ir más allá e hizo que los actores deambularan entre el público sin un escenario fijo, a la manera de un foro público. "Ellos se mueven por todo el lugar y no necesariamente todos van a ver bien. Es un pie forzado entretenido para nosotros, ya que hay mucho texto, pero la mayoría son monólogos. Es entretenido no irse por el camino fácil", finaliza.